En los próximos 50 años, el cambio climático podría provocar más de 15.000 nuevos casos de mamíferos que transmiten virus a otros mamíferos, según un estudio publicado en Nature
El estudio investiga cómo el calentamiento global cambiará los hábitats de la fauna silvestre, y aumentará los encuentros entre especies capaces de intercambiar patógenos. Además, cuantifica cuántas veces se espera que los virus salten entre especies. El calentamiento global incrementará los encuentros ente el ganado y los ungulados silvestres, así como en las ciudades con los seres humanos.
La rápida urbanización del planeta hace temer que los entornos urbanos experimenten un mayor riesgo de enfermedades zoonóticas. Los animales urbanos están incrementando un contacto más frecuente con los humanos. También los animales silvestres cada vez se acercan más a las explotaciones ganaderas en busca de alimentos o cobijo.
Ante esa incógnita, comenzó una investigación sobre si las especies de mamíferos urbanos albergan más parásitos zoonóticos, investigando los factores subyacentes junto con un conjunto de predictores fenotípicos, taxonómicos y geográficos. |
El equipo encabezado por Colin Carlson de la Universidad Georgetown, analizó cómo podrían cambiar las áreas de distribución geográfica de 3.139 especies de mamíferos en respuesta a diferentes escenarios climáticos para 2070.
Los mamíferos adaptados a las ciudades, tienen más parásitos documentados y más parásitos zoonóticos: a pesar de que sólo representan el 6% de las especies investigadas, los mamíferos urbanos proporcionan el 39% de las combinaciones conocidas de parásitos y huéspedes. Los animales transmitirán más parásitos zoonóticos aún.
Muchos investigadores afirman que la pandemia de COVID-19, comenzó probablemente cuando un coronavirus desconocido pasó de un animal salvaje a un ser humano: un proceso llamado transmisión zoonótica. El aumento previsto de los virus que saltan de una especie a otra, podría desencadenar más brotes, lo que supondría una grave amenaza para la salud humana y animal. Lo que supone una razón más para que gobiernos y organizaciones sanitarias inviertan en la vigilancia de los patógenos y mejoren la infraestructura sanitaria, y den papeles clave a los veterinarios en nuestra sanidad.
Los estudios de este tipo son un primer paso fundamental para comprender el riesgo del cambio climático, y del uso de la tierra en las próximas pandemias.
La investigación predice que gran parte de la nueva transmisión del virus se producirá cuando las especies se encuentren por primera vez, al trasladarse a lugares más fríos debido al aumento de las temperaturas. Proyecta que esto ocurrirá con mayor frecuencia en ecosistemas ricos en especies a gran altura, especialmente en zonas de África y Asia, y en áreas densamente pobladas por humanos, como la región africana del Sahel, India e Indonesia.
Suponiendo que el planeta se caliente este siglo unos 2 °C por encima de las temperaturas preindustriales, el número de encuentros entre especies por primera vez se duplicará de aquí a 2070, creando focos de transmisión de virus, señala el estudio.
«Este trabajo nos proporciona una prueba más incontrovertible de que las próximas décadas no sólo serán más calurosas, sino también más enfermas», afirma Gregory Albery, ecólogo especializado en enfermedades de la Universidad de Georgetown, en Washington DC, y coautor del estudio. |
Para hacer sus predicciones, Albery y el equipo de investigación desarrollaron y probaron modelos, y realizaron simulaciones durante un periodo de cinco años. Combinaron modelos de transmisión de virus y distribución de especies en varios escenarios de cambio climático, centrándose en los mamíferos por su importancia para la salud humana.
El equipo construyó el modelo de distribución de especies para predecir dónde se desplazarían los mamíferos para encontrar hábitats más habitables a medida que el planeta se calienta. El modelo de transmisión de virus predice la probabilidad de que un virus salte entre especies por primera vez, teniendo en cuenta dónde podrían encontrarse las especies a medida que cambian sus hábitats y lo estrechamente relacionadas que están evolutivamente, ya que los virus tienen más probabilidades de transmitirse entre especies relacionadas.
Una de las suposiciones que tuvieron que hacer los investigadores fue la de la extensión de las especies a medida que cambie el clima. Factores como si los mamíferos pueden adaptarse a las condiciones locales o atravesar físicamente las barreras de los paisajes, son difíciles de predecir. |
El estudio prevé que los murciélagos participen en la transmisión del virus independientemente de estos factores. Los murciélagos, que se cree que son parte del origen de COVID-19, son conocidos como reservorios de virus y constituyen alrededor del 20% de los mamíferos. El equipo afirma que, en parte porque los murciélagos pueden volar, es menos probable que experimenten obstáculos para cambiar de hábitat.
Aunque Jones aplaude el estudio, pide cautela a la hora de hablar de sus implicaciones para la salud humana. «Predecir el riesgo de saltos virales de los mamíferos a los humanos es más complicado, ya que estos saltos se producen en un entorno ecológico y socioeconómico complejo», afirma.
La tierra ya se ha calentado más de 1 °C por encima de las temperaturas preindustriales, y esto está impulsando la migración de especies y el intercambio de enfermedades. Albery afirma: «Está ocurriendo y no se puede prevenir, incluso en los mejores escenarios de cambio climático».
Albery y uno de sus coautores, Colin Carlson, biólogo especializado en el cambio global, aclaran que aunque es inevitable un cierto aumento de la transmisión de enfermedades, eso no es excusa para no actuar. Los investigadores hacen un llamamiento a los gobiernos y a la comunidad internacional para que mejoren el seguimiento y la vigilancia de los animales salvajes ,y las enfermedades zoonóticas, sobre todo en futuros focos como el sudeste asiático. También es esencial mejorar las infraestructuras sanitarias, afirman.
La preparación para el calentamiento global actualmente consiste en centrarse en actividades como detener la deforestación o reforzar los diques en las costas. Carlson reclama que la preparación para las pandemias y la vigilancia de las enfermedades también son una adaptación al cambio climático.