En Colombia y otras regiones de clima cálido, el estrés calórico se ha convertido en un factor crítico que amenaza el éxito de los programas de fertilización in vitro (FIV) en bovinos
En Colombia y otras regiones de clima cálido, el estrés calórico se ha convertido en un factor crítico que amenaza el éxito de los programas de fertilización in vitro (FIV) en bovinos, una tecnología que ha cobrado gran importancia para mejorar la productividad y el avance genético del hato ganadero.
El estrés calórico ocurre cuando los animales no logran disipar eficientemente el calor corporal debido a temperaturas y niveles de humedad ambiental elevados. En vacas, esta condición no solo genera incomodidad, sino que tiene impactos profundos en los procesos fisiológicos relacionados con la reproducción.
Afectaciones en la reproducción
Uno de los principales efectos del estrés calórico es la alteración en la calidad de los ovocitos, lo cual disminuye las posibilidades de una fecundación exitosa en laboratorio. También puede comprometer la maduración de los embriones durante sus primeras etapas de desarrollo, cuando son más vulnerables.
El estrés térmico reduce la secreción de progesterona, una hormona fundamental para mantener la gestación, y puede afectar la capacidad del útero para recibir e implantar correctamente el embrión. Estos cambios fisiológicos generan una disminución significativa en las tasas de preñez, incluso en vacas sometidas a técnicas avanzadas como la FIV.
Estudios citados por la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) muestran que aumentos tan leves como 0,5 °C en la temperatura corporal pueden reducir la fertilidad en un rango que va del 13 % al 60 %. Esta estadística evidencia la alta sensibilidad del proceso reproductivo bovino frente a variaciones térmicas relativamente pequeñas.
Impacto en la FIV
La fertilización in vitro, aunque poderosa, depende de condiciones muy controladas tanto en el laboratorio como en el entorno donde las vacas receptoras y donadoras se encuentran. El estrés calórico es un factor externo que escapa del control del laboratorio y que puede anular los avances técnicos del procedimiento.
Los embriones generados in vitro requieren de un ambiente uterino óptimo para su implantación y desarrollo. Si las condiciones ambientales afectan la salud general de la vaca, también comprometen el soporte uterino necesario para el embrión. Esto representa una pérdida económica considerable para los ganaderos que invierten en estas tecnologías esperando una mayor tasa de retorno productivo.
Recomendaciones para mitigar el problema
Frente a este panorama, la adopción de medidas preventivas es clave. Algunas recomendaciones incluyen:
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Instalar sistemas de ventilación y rociadores de agua en los establos o corrales para reducir la temperatura ambiental.
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Asegurar la disponibilidad de sombra adecuada en las zonas de pastoreo.
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Evitar la manipulación reproductiva durante las horas más calurosas del día, y planificar los procedimientos de FIV en épocas menos calurosas del año, cuando sea posible.
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Proporcionar acceso constante a agua limpia y fresca para prevenir la deshidratación, que agrava los efectos del calor.
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Monitorear el índice de temperatura-humedad (THI) en las zonas ganaderas, ya que este indicador permite anticipar los momentos de mayor riesgo térmico.
Una visión integral para una ganadería sostenible
El estrés calórico no solo afecta la reproducción, sino que incide negativamente en la producción de leche, el consumo de alimento y el bienestar general del animal. Por tanto, combatirlo no es solo una cuestión de eficiencia reproductiva, sino de sostenibilidad ganadera.
La FIV representa una gran oportunidad para avanzar en el mejoramiento genético y la productividad bovina en Colombia, pero su éxito depende de un manejo integral que considere tanto factores biotecnológicos como ambientales.