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Eliminar la paratuberculosis mediante selección genética tomaría más de un siglo

Un estudio revela que la selección genética puede reducir la enfermedad, pero su impacto sería extremadamente lento sin otras medidas de control


Un estudio publicado recientemente en el Journal of Dairy Science demuestra que, si bien la selección genética puede contribuir a reducir la paratuberculosis en vacas lecheras, su efecto es muy limitado en el corto y mediano plazo. De hecho, incluso bajo condiciones ideales, la erradicación total de esta enfermedad mediante mejoramiento genético tomaría entre 120 y 223 años, dependiendo del enfoque utilizado.

La paratuberculosis, también conocida como enfermedad de Johne, es una infección intestinal crónica causada por la bacteria Mycobacterium avium subespecie paratuberculosis (MAP), que afecta a rumiantes y provoca diarrea, pérdida de peso y reducción en la producción lechera. Su control representa un gran desafío para el sector ganadero debido a su larga incubación, baja eficacia diagnóstica y la persistencia del patógeno en el ambiente.

Un modelo para simular 200 años de selección genética

El equipo investigador desarrolló un modelo epidemiológico y genético que simula la evolución de la enfermedad a lo largo del tiempo en un hato lechero de referencia, evaluando tres estrategias:

  1. Selección de hembras: excluir vacas que den positivo a ELISA.

  2. Selección de machos reproductores: elegir sementales genéticamente menos susceptibles.

  3. Estrategia combinada: aplicar ambas selecciones al mismo tiempo.

Las simulaciones se centraron en tres variables genéticas clave: la susceptibilidad a la infección, la duración del periodo vulnerable, y el tiempo de latencia antes del desarrollo de síntomas. El modelo asumió una heredabilidad del 10 %, un valor considerado realista según estudios previos.

Resultados: la genética ayuda, pero no soluciona

Los resultados fueron contundentes. La selección genética en hembras apenas tuvo impacto, estimándose que eliminar la paratuberculosis en base a esta estrategia requeriría entre 379 y 702 años, según la variable genética seleccionada.

Por el contrario, seleccionar a los mejores machos reproductores —aquellos con menor riesgo genético de transmitir susceptibilidad— permitió reducir esos plazos a entre 147 y 223 años. Y cuando se aplicó la estrategia combinada, el tiempo se acortó aún más: entre 120 y 185 años.

La estrategia más eficaz fue seleccionar machos en función de un menor periodo vulnerable a la infección (1/ν). Sin embargo, incluso esta opción requiere más de un siglo para lograr la erradicación total.

¿Se puede acelerar este proceso?

El estudio también analizó escenarios optimistas, como incrementar la heredabilidad al 23 %, mejorar la precisión del valor genético (por ejemplo, evaluando 200 hijas por toro), y aumentar la intensidad de selección (eligiendo el 50 % de los mejores reproductores en lugar del 20 %).

Estas estrategias lograron reducir el tiempo de erradicación, pero nunca por debajo de los 85 años, lo que refuerza la idea de que la genética por sí sola no es suficiente para controlar esta enfermedad en plazos razonables.

Implicaciones para el sector lechero

Los resultados del estudio tienen implicaciones prácticas importantes. En la actualidad, muchas explotaciones utilizan una estrategia de “test and cull” (diagnóstico y eliminación de positivos), enfocada casi exclusivamente en las hembras. Esta investigación sugiere que dicha práctica, aunque útil para el control epidemiológico inmediato, no contribuye significativamente a la mejora genética de la resistencia frente al MAP.

Por el contrario, se recomienda centrar los esfuerzos genéticos en los reproductores, donde el efecto sobre el progreso genético es más pronunciado. Sin embargo, incluso en el mejor de los casos, el control realista de la enfermedad solo es posible si se combina la genética con otras medidas, como:

 Conclusión: una herramienta más, no la solución

El trabajo aporta evidencia clara de que la selección genética es útil como parte de una estrategia integrada, pero no puede ni debe ser la única herramienta contra la paratuberculosis.

Dada la lenta velocidad de mejora genética frente a esta enfermedad, el camino hacia su erradicación requiere una visión de largo plazo, planificación a nivel nacional o regional, y un enfoque multifactorial que involucre a veterinarios, productores, genetistas y responsables sanitarios.

En resumen, el mensaje principal del estudio es claro: apostar por la genética es una inversión a futuro, pero no sustituye la necesidad de actuar ahora con medidas más inmediatas y efectivas.

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