La invasión rusa en Ucrania ha forzado al cierre de las fronteras, restricciones comerciales, sanciones económicas y financieras a los gobiernos ruso y bielorruso.
Estos hechos han provocado una situación muy crítica en muchos mercados, con interrupciones de suministros, escasez y aumentos de precio en los productos básicos. Si aparte, añadimos el aumento del gas, en un 70% en un día, o de la electricidad que ha llegado a precios nunca alcanzados antes, sumando el cierre de Ucrania, que es el gran exportador de cereales de Europa, y ha paralizado sus producciones debido al ataque ruso, serán concluyentes en las subidas de precio en productos como son el transporte, el abono, la carne y la mayoría de los alimentos, procesados y no procesados, y que la inflación alcance máximos históricos.
«Odesa es el principal puerto de salida de materias primas en Ucrania. A día de hoy, no se está cargando nada ni saliendo nada, y no sabemos cuánto vamos a poder resistir«, explica Jorge de Saja, director general de Cesfac (Confederación Española de Fabricantes de Alimentos Compuestos Para Animales).
Ucrania es el granero de Europa y la guerra podría inducir un colapso en el sector ganadero.
Que Europa sea autónoma en materias para la producción de piensos es una de las soluciones que plantea UPA.
Otra opción que se ha planteado, es comprar grano a Brasil, Estados Unidos y Argentina, pero sin olvidar que son grandes productores ajenos a las regulaciones sobre transgénicos, fitosanitarios o abonos de Europa.
Saja: «En estos momentos no hay mucha materia prima ni grandes reservas en ninguna parte del mundo para llenar el hueco de Ucrania si se interrumpe la producción.»
Contar con un mínimo de dos meses de suministro para la ganadería es lo habitual. Actualmente, estamos en el tiempo de descuento, y si no aparecen soluciones, la situación puede convertirse en muy complicada para el sector.
«Si para la semana que viene no ha acabado el conflicto, o por lo menos no hay un horizonte de certidumbre, entramos en situación de alerta«, señala De Saja.
Si no se dispone de alimentación para los rebaños, o si esta resulta muy cara, las consecuencias acabaran llegando al consumidor.
«La alimentación es el principio de la cadena. Esto va a afectar a todo lo que puedas imaginar: carne, leche, huevos… Va a tener un impacto al alza en la cesta de la compra«, avisa De Saja.
«Hemos traslado al Ministerio medidas de choque para frenar el crecimiento de los costes y garantizar la supervivencia del sector agrícola», avanza De Saja. El Ejecutivo abra una línea de ayudas «cuanto antes, para que el sector del campo y ganadero puedan seguir sobreviviendo y produciendo alimentos».
Por otro lado, Enrique Feás, investigador principal del Real Instituto Elcano, matiza que España no es uno de los grandes países industriales y, por ese motivo, no presenta una eminente exposición a Rusia en cuanto a dependencia energética y materias como paladio, titanio o neón. Aun así, rotula que aunque nuestro país no sufrirá como otros estas limitaciones, sí se afectará por los efectos de carácter financiero, procedentes del impacto sobre precios y tipos de interés.
«En España no hay grandes cadenas de valor», pero se acabará pagando por los productos electrónicos ya elaborados con los sobrecostes.
También matizaba que en cuanto a los bienes agroalimentarios, la dependencia española tiene importancia microeconómica, pero no macroeconómica. España importa de Ucrania anualmente una media de 2,7 millones de toneladas de maíz, el 22% de las importaciones españolas. También compra 233.000 de toneladas de torta de girasol, que suponen el 68% de las importaciones que España realiza de este producto, así como aproximadamente 500.000 detoneladas de aceite de girasol
Fuente:
Business Insider
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