Una situación bien conocida por los ganaderos es que las vacas recién paridas no tengan el rendimiento de ordeño esperado. La respuesta típica es asumir que las vacas tienen un déficit energético y aumentar la cantidad de concentrado suministrado para intentar mejorar su rendimiento.
Sin embargo, el Dr. Huw McConochie de Zinpro*, sugiere que el enfoque más rentable consiste en mejorar la forma en la que utilizan la energía que ya están recibiendo y que la clave para ello es evitar la inflamación descontrolada.
*El Dr. Huw McConochie es un Investigador Nutrólogo especializado en Producción Lechera en Zinpro Corporation. Para más información sobre cómo Zinpro Performance Minerals® puede ayudar en el manejo de la inflamación, visite zinpro.com
Cara y cruz de la inflamación
Tal y como explica el Dr. McConochie, la inflamación es un mecanismo esencial para el vacuno lechero, ya que es la forma que tiene el organismo de responder a las agresiones y de señalizar al sistema inmunitario para que cure y repare los tejidos, además de defenderse frente a invasores externos, como virus y bacterias.
La clave es la magnitud y la duración de la inflamación que afecta a la vaca.
La inflamación controlada es una parte normal de la transición, a medida que la vaca va superando los efectos del parto y se va readaptando a la producción de leche. Sin embargo, la inflamación descontrolada:
Se asocia al desgaste excesivo de la condición corporal
Favorece la pérdida excesiva de peso
Predispone al padecimiento de infecciones, como la mastitis, y daños relacionados con la acidosis y las cojeras
Estos procesos tienen un elevado coste energético, despojando a la vaca de la preciada glucosa requerida para la producción y otras funciones corporales básicas.
La glucosa es la principal fuente de energía para la producción de leche, pero también tiene un papel central en la iniciación del estro y en la preparación de la vaca para la siguiente gestación.
Así, al principio de la lactación, cualquier factor que reduzca la disponibilidad de glucosa implica un riesgo de disminución de la producción y pone en peligro la fertilidad.
Ante un desafío, la inflamación y la respuesta inmunitaria se convierten en
prioritarias en lo que respecta al consumo de glucosa, ya que la vaca está programada biológicamente para cuidar de sí misma primero. Este fenómeno puede explicarse mediante el Modelo de Inflexión en Transición –Transition Breakpoint Model– (Figura 1). Glucosa – Divino tesoro COSTE ECONÓMICO Cualquier inflamación se traduce en el desvío de la glucosa. Cuanto mayor sea la inflamación, mayor será el efecto sobre la producción y un simple incremento del alimento no siempre será suficiente para resolver el problema a corto plazo. Una vaca requiere de 100 g de glucosa para producir 1 kg de leche. Sin embargo, una respuesta inflamatoria intensa consume aproximadamente 1 kg de glucosa cada 12 horas, lo que conlleva una pérdida de hasta 10 kg de leche en el mismo periodo, es decir, 20 kg de leche/día. Teniendo en cuenta que, en la mayoría de los rebaños, el 10% de las vacas podría tener un nivel basal de inflamación debido a un elevado recuento celular, cojeras o dermatitis, no es descabellado estimar las pérdidas en 200 kg de leche/día cada 100 vacas. Ello implica unas pérdidas económicas diarias de 65€ (£60), sin contabilizar el coste de los tratamientos, el aumento de los días improductivos...
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