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Multan a una explotación de bovino por «molestias vecinales anormales»

Se ha condenado a un ganadero de bovino a pagar una multa en concepto de daños y perjuicios a sus vecinos por los ruidos y los olores de la explotación que eran molestos para ellos.

 

Al final de una dura batalla judicial de diez años, el Tribunal de Apelación de Amiens ha condenado al ganadero de Saint-Aubin-en-Bray (Oise) a pagar 102.000 euros por daños y perjuicios a sus vecinos y a remediar las «molestias vecinales anormales» en un plazo de tres meses. La decisión del Tribunal de Apelación no ordenó la demolición de la explotación, pero exigió al agricultor que «encontrara soluciones técnicas» para reducir las molestias por olores y ruidos de las que se quejaban los vecinos.

 

Vincent Verschuere,  el ganadero de 33 años, dice: «La  Direction départementale de la protection de la population, NDLR acudió una y otra vez a raíz de las quejas de los habitantes de la zona y siempre comprobó que la granja se gestionaba correctamente, que no había la más mínima anomalía, pero todo eso se desestimó. Las molestias no se deben a nuestro funcionamiento, sino simplemente al hecho de que estamos allí.”

 

Bajo la Normativa Europea

Esta controvertida construcción y revitalización de la explotación había sido realizada para cumplir las normas exigidas de la Unión Europea. Con una inversión de 600.000 euros en 2010 y el 50% de las obras efectuadas por el mismo propietario. Instaló un edificio moderno, a solamente diez metros de sus antiguos cobertizos, preocupándose por el medio ambiente y el bienestar de los animales:

 una sala de ordeño equipada con un regulador electrónico para reducir el ruido,

 un suelo de paja para reducir los olores,

 un pozo de almacenamiento,

 revestimientos de madera más ecológicos y estéticos,

 y una mejor ventilación del aire y el confort de los animales…

 

Diez años de procedimientos judiciales

La construcción de la explotación en cuestión, se hizo a menos de 100 metros de las primeras casas, gracias a una exención de obras que obtuvo en su momento. Los vecinos llevaron el caso a los tribunales y consiguieron la anulación de la licencia de obras en 2013.

En 2014, el ayuntamiento recurrió, pero la sentencia fue confirmada.

El caso llegó hasta el Tribunal Supremo, donde fue rechazado.

La sentencia fue definitiva en 2014.

Los vecinos pidieron entonces la demolición y la indemnización por daños y perjuicios, que obtuvieron en 2018, no obstante el ganadero recurrió.

Finalmente, los jueces emitieron este dictamen: «El edificio que alberga el ganado […] tiene una fachada completa abierta al exterior, lo que no permite ningún aislamiento real contra la propagación de olores y ruidos», ganando el caso para los vecinos.

Según los vecinos: «No podíamos dormir por la noche por el ruido de la granja y el bramido del ganado», recuerda Nicole Huguet.

Verschure se siente decepcionado: «No tengo ese dinero en mi cuenta. Esto significa el fin de mi explotación», ha marcado.

Indignación de los ganaderos de la zona

Los ganaderos de la zona, durante los últimos meses, se movilizaron en apoyo a Verschuere y de la ganadería en general, bajo el lema: «Dejarnos trabajar».

La Fédération Nationale des Syndicats de l’Assainissement FNSEA, organización agraria francesa, está muy desilusionada con este resultado y considera que es otro ataque a la ganadería. Remarcan que no pueden estar hablando continuamente del consumo local y de cercanías, y luego no corresponde con la realidad, puesto que se está impidiendo el mantenimiento de las explotaciones, especialmente las que siempre han estado ya de sus orígenes en o cercanas a los pueblos, como la de Vincent Verschuere.

El vicepresidente de la FNSEA, Luc Smessaert, que también es ganadero lechero en el Oise, puntualiza que ninguno de los seis vecinos que iniciaron el conflicto eran del pueblo, gente que había abandonado la ciudad, neorrurales, para volver a un «pueblo de cuento», donde no existen los olores, ni las campanas, ni los mugidos, ni los cantos de los gallos…

Esta situación conmovió mucho a los agricultores del departamento. «Mi granja también está situada en el corazón de una ciudad. Si los residentes se quejan, ¿tengo que pagarles también?»

 

Patrimonio sensorial del campo

«Tenemos a un joven que está luchando por mantener su negocio, que intenta hacer todo lo posible por cumplir la ley, ¡y ha sido condenado! Su historia ha sido ampliamente difundida en las redes sociales», informa Régis Desrumaux, presidente de la FDSEA de Oise. Con su sindicato, están presionando para que se aplique la ley sobre el «patrimonio sensorial del campo». Esta ley, ha sido promulgada a finales de enero y establece que los sonidos y olores del campo francés ya no pueden ser motivo de denuncia por «molestias vecinales anormales».

«Pero todavía estamos esperando los decretos de aplicación», decía el senador Olivier Paccaud, que también fue a mostrar su apoyo.

«No es posible dejar que la gente se endeude y luego privarla de sus herramientas de trabajo», afirma Nadège Lefebvre, presidenta del consejo del departamento, que lleva varios años siguiendo el caso.

Incluso la alcaldesa, Marie Doisneau,  comentó: «Vivo al lado de la granja, es cierto que hay olores y moscas, pero es normal, es el campo», explica.

Fue toda una desolación para el ganadero que trabaja siete días a la semana, 365 días al año. «Solo tengo 33 años, siempre he crecido con esta pasión, he nacido en esta granja.

Vincent Verschuere, también teme que la decisión siente un precedente para cualquier residente que viva cerca de una granja. Y señala esta «incoherencia total: por un lado, defendemos la soberanía alimentaria, y por otro, te quitamos tu herramienta de trabajo». O tomamos asumimos que no queremos más granjas en Francia y que simplemente preferimos pueblos dormitorio.


Fuente:

Le Parisien

Le saviez-vous

Agrodigital

Terres et territoires

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