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Producción de metano en rumiantes: importancia social y productiva

Escrito por: David R. Yáñez-Ruiz - Estación Experimental del Zaidín (CSIC)
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Producción de metano en rumiantes: importancia social y productiva

Gases de efecto invernadero (GEI) y cambio climático

El cambio climático es un hecho ampliamente aceptado en la comunidad internacional, y la sociedad está empezando a ser consciente de los desafíos que esto conlleva para la salud de nuestro planeta y, por ende, de la población que lo habita.

Sin embargo, a veces el mensaje que se transmite a la sociedad es demasiado simplista o incluso contradictorio y, en ocasiones, se ha puesto a la ganadería de rumiantes en el punto de mira y como principal responsable del cambio climático.

Este mensaje es, además de incierto, peligroso, porque puede dañar la visión que la sociedad tiene del sector primario. Por ello, es importante aclarar este mensaje desde la comunidad científica, explicando las fuentes de emisión de GEI, la contribución real que tiene la producción de rumiantes y las posibilidades prácticas que hay de reducir tales emisiones.

El calentamiento global está producido por la emisión y acumulación en la atmósfera principalmente de 3 gases:

Dióxido de carbono

Metano

Óxido nitroso

 

Estos, se han asociado a la actividad humana, al incremento de la población y a la evolución en los sistemas de producción y consumo.

 

El CO2 representa el 65% del total y procede fundamentalmente de la utilización de combustibles fósiles, procesos industriales y quema de biomasa.

El CH4 representa el 16% y proviene de la actividad agro-ganadera, gestión de residuos y uso de energía.

El N2O proviene fundamentalmente de la aplicación de fertilizantes en la agricultura.

Toda actividad humana tiene un impacto ambiental, y uno de los aspectos importantes a resaltar es la contribución que cada sector productivo tiene sobre la emisión de GEI.

Según el último informe periódico del IPCC publicado en 2014, las emisiones provenientes de la actividad agrícola corresponden al 14% del total. Según su importancia, el resto de contribuciones se divide en:

En España, los datos de 2019 del inventario español indican que la agricultura es responsable directa del 11,9% de las emisiones de gases efecto invernadero. Más de la mitad (un 6% del total) proviene de la producción de metano, tanto por fermentación entérica (3,6% en rumiantes) como por la gestión de estiércoles y purines (2,4% en porcino fundamentalmente) (Figura 1).

Por tanto, no es cierto que la contribución de los rumiantes a la emisión de GEI sea mayor que la del sector transporte, y por supuesto está muy por debajo de la que genera la utilización de energía fósil. Además, hay que considerar que las emisiones de CO2 de origen fósil y las emisiones de N2O producen mayor calentamiento, ya que el tiempo de vida de estos gases en la atmósfera es mucho más largo (90 y 114 años para CO2 y N2 O, respectivamente) que el del CH4 (12 años).

El caso del metano biogénico es diferente. El pasto y el resto de plantas capturan CO2 de la atmósfera a través de la fotosíntesis. Cuando un animal las come y eructa metano, este metano no se añade necesariamente al ‘stock’ neto de metano atmosférico. Esto es así porque el CH4 no dura en la atmosfera mucho tiempo. Pasada una década, este metano se convierte de nuevo en CO2, cerrando el ciclo.

Y este proceso se repite una y otra vez. Así, se puede considerar que, si no incrementamos en el tiempo el número de rumiantes, no estamos añadiendo más calentamiento a través del metano.

Este concepto es importante y muy a menudo se ignora dentro del debate
del consumo de alimentos de origen animal.

Síntesis de metano en el rumen, ¿cómo se mide?

El CH4 se produce como consecuencia de la actividad fermentativa microbiana que ocurre en el rumen, donde la materia orgánica de la dieta es degradada por bacterias, hongos y protozoos y finalmente, una parte importante del hidrógeno generado es empleado por las arqueas metanogénicas para producir CH4 a partir del CO2.

En este proceso las arqueas obtienen energía, pero a la vez eliminan el H2 del ecosistema, lo que permite que la degradación de la materia orgánica continúe.

Una vaca lechera produce alrededor de 700 litros de metano al día, lo que supone una pérdida de energía considerable, ya que un kg de CH4 contiene 55,6 MJ.

Por tanto, la producción de CH4 supone una ineficiencia energética del rumiante necesaria para


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