Cada día somos más conscientes de que todos nuestros ingresos en la granja (venta de corderos y/o leche) dependen del éxito y la eficiencia de la reproducción. Sin embargo, es verdad que cuando planificamos la reproducción en un rebaño nos centramos en organizar las parideras y los partos de las hembras.
Probablemente se deba a que suponen la mayor parte del censo y son quienes, tras el parto, nos dan los corderos o la leche.
Los machos representan el grupo menos numeroso de la granja; en muchos casos suponen menos del 4% del censo, lo que puede llevarlos a ser los “grandes olvidados” (Figura 1).
No obstante, numerosos estudios demuestran que la fertilidad del rebaño es directamente proporcional al número de sementales que hay en él.
Y es que a nivel individual la importancia relativa de cada macho es muy superior a la de las hembras (un mismo macho es responsable de cubrir numerosas hembras).
Todo esto nos debería hacer pensar en el peso que tienen los machos en los ratios productivos y la rentabilidad final de la granja.
En MSD Animal Health uno de nuestros principales focos ha sido siempre la gestión reproductiva dada su importancia; “quien controla la reproducción controla la rentabilidad de la granja” y disponemos de Chronogest y Foligón, soluciones esenciales para el manejo reproductivo de los rebaños.
Hoy en día, tras el éxito del proyecto, estamos transfiriendo al sector este avance de cara a poder detectar machos infértiles o subfértiles y poner en valor la importancia que tienen los carneros en el éxito de la reproducción.
Los aspectos claves los podemos clasificar en dos acciones:
Sería hacer una “ITV” al carnero. No debemos olvidar que la “fabricación” de un espermatozoide (espermatogénesis) tarda cerca de 60 días, es decir, los espermatozoides que va a utilizar un carnero en la siguiente cubrición programada se han comenzado a fabricar 2 meses antes.
Debemos ser conscientes que por más veces que monte un carnero, la espermatogénesis no se va a acelerar ni va a producir más espermatozoides.
Por tanto, si los machos no llegan bien preparados al inicio de la monta, sus reservas espermáticas se agotarán pronto y la fertilidad de esa cubrición se verá resentida. Por ello, 40 días antes de la cubrición deberíamos hacer un chequeo físico al macho basado en:
Tras nuestra experiencia de estos años, recomendamos realizarlo al menos una vez al año para identificar aquellos machos que tengan baja calidad seminal. Tras recoger el eyaculado valoraremos en primer lugar el volumen, color y aspecto del semen. A continuación, en el laboratorio (que se monta in situ en la granja), valoraremos la motilidad masal, la motilidad individual y la concentración del semen. Por último, si se considera oportuno, realizaremos una tinción seminal para determinar el porcentaje de espermatozoides vivos o muertos, así como cuantificar las malformaciones espermáticas.
Después de esta revisión le daremos al propietario el resultado de cada macho, clasificándolos como apto, no apto o para revisión posterior. Esto último será para machos con posibles problemas que se pueden solucionar y se reevaluarán unos meses después.
Como decía Jorge Valdano, en el fútbol se juega como se entrena. Si lo extrapolamos al manejo reproductivo de un rebaño ovino, cuanto mejor sea el manejo y preparación de los machos y las hembras previo a las cubriciones, mejor será el resultado de la fertilidad. Si nos centramos solo en las hembras y no prestamos atención a los machos, nos estamos olvidando del otro 50% de la reproducción.
Las granjas y los técnicos que están apostando por trabajar en la preparación de los sementales (valoración y testaje) están aumentando la fertilidad y los partos por oveja y año. Si la ecografía de las hembras es ya una herramienta cotidiana e indispensable de trabajo en temas de manejo reproductivo, ¿por qué no extender este trabajo también en los machos?