Científicos pretenden reducir los riesgos de interacción en la relación de animales silvestres y ganado, gracias al estudio para el control de estas enfermedades
Estudian cómo caracterizar y mejorar la bioseguridad, a través de un protocolo de trabajo común y sistemático en explotaciones extensivas en las dehesas. Este estudio es llevado acabo por Científicos del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), de las Universidades de Córdoba y de León (UCL), y del Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria (VISAVET) de la Universidad Complutense de Madrid, junto a colaboradores del sector y administraciones.
Se desarrolló un protocolo sistemático de mitigación de riesgo, que es concreto para cada explotación. Evaluaron el riesgo de interacción entre los ungulados silvestres y el ganado en 100 explotaciones extensivas (bovinas y porcinas), para proponer nuevas actividades ligadas a la bioseguridad. Esta línea de investigación se desarrolla en España desde 2015.
Gracias a las diversas metodologías complementarias, identifican de una forma más detallada la red de interacciones, en zonas donde coexisten. Esto proporciona las claves para la gestión adecuada de enfermedades infecciosas compartidas, y reducir el riesgo de transmisión.
Los sistemas de producción extensivos carecían de protocolos detallados, específicos y sistemáticos para evaluar la bioseguridad frente a la fauna silvestre, así como para implementar y evaluar acciones para reducir sus interacciones y, prevenir la aparición de enfermedades. Esta es la razón por la que se haya llevado a cabo este estudio.
La gestión adecuada de las enfermedades compartidas es fundamental para garantizar la seguridad sanitaria de ambas partes, de nuestros ecosistemas y la nuestra propia.
El protocolo sistemático de mitigación de riesgo consta de tres fases.
La fase 1 consiste en la recopilación de información general y potenciales puntos o acciones de riesgo. Incluye tanto los recopilados antes de visitar la explotación, que son los proporcionados por las administraciones responsables, como los recopilados durante la visita, donde se realiza una encuesta epidemiológica y una auditoría pertinente. Los datos cuentan con el tamaño de la explotación, perímetro, especies ganaderas , usos del suelo, estatus sanitario de las explotaciones, movimientos de entrada y salida de animales, información sobre la distribución, manejo y/o gestión del ganado, la fauna silvestre, el alimento, el agua y las instalaciones…
La fase 2 es el programa de bioseguridad. Se enumeran y clasifican los riesgos, además se proponen acciones de mitigación, tanto acciones prioritarias como alternativas, para reducir la exposición en cada punto denominado como de riesgo.
La fase 3 consiste en la evaluación de los planes. Los planes de acción proporcionados a los ganaderos son evaluados y, pasado un año, las acciones propuestas se auditan de nuevo para evaluar la aceptación de los planes.
El riesgo de interacción en los puntos de alimentación y los asociados a instalaciones para la gestión del ganado (menos del 10%) fueron calificados como de riesgo bajo.
Gran parte de los puntos de riesgo de interacción (menos del 80%) estaban asociados a las zonas de abrevaderos, principalmente manantiales y charcas ,aún más concentrado en las de diámetro inferior a 20 metros. Estos puntos supusieron la práctica totalidad de los puntos con valoración de riesgo alta o muy alta.
Para controlar la transmisión de enfermedades compartidas relevantes, como la tuberculosis animal (TB) en ecosistemas Mediterráneos o la peste porcina africana (PPA) en Europa Oriental y Central, es fundamental reducir la interacción entre la fauna silvestre y el ganado. La situación actual de epidemias están mermando los sectores de bovino y porcino, y ponen en riesgo a otros países involucrados en nuestras relaciones comerciales.
La tuberculosis animal es uno de los principales retos sanitarios a los que se enfrenta el sector ganadero español. Esta enfermedad crónica, transmisible al hombre, causa pérdidas económicas por disminución de la producción, decomisos en matadero y restricciones al movimiento de animales vivos de los rebaños infectados. Además, la TB tiene efectos negativos sobre la conservación y sobre la producción cinegética.
En consecuencia, todos los actores deben contribuir al control de TB, que es una enfermedad bacteriana crónica de los animales, causada por el complejo de Mycobacterium tuberculosis, principalmente por M. bovis, pero también por M. caprae y, en menor medida, por M. tuberculosis. Es una importante enfermedad infecciosa del ganado bovino, que también afecta a otros animales domesticados, a seres humanos y a ciertas poblaciones de animales silvestres. Esta enfermedad produce un estado general de enfermedad, neumonía, pérdida de peso y la muerte.
El instrumento básico para detectar la presencia de infección tuberculosa es la prueba cutánea de la tuberculina. Esta prueba desempeña un papel fundamental en el programa de control y erradicación de la tuberculosis bovina. Consiste en inyectar tuberculina bovina, un extracto purificado de proteína derivado de M. bovis por vía intradérmica, y luego medir el grosor de la piel en el sitio de inyección 72 horas después para detectar cualquier inflamación.
Fuentes:
gestión de los riesgos de interacción entre el ganado
Bioseguridad en la fauna silvestre
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