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30 May 2025

El arte de enfriar a las vacas: la ciencia detrás de la humectación y ventilación forzada



AUTOR

Israel Flamenbaum Ph. D.

Cow Cooling Solutions, Ltd, Israel [email protected] www.cool-cows.com

El enfriamiento de vacas mediante una combinación de humectación y ventilación forzada se ha consolidado como el método más común a nivel mundial. De hecho, se estima que más del 80 % de las vacas sometidas a algún tipo de enfriamiento en la actualidad lo hacen mediante este sistema.

Hoy en día, se conocen con precisión los requisitos necesarios para que el enfriamiento sea eficaz a lo largo del día y del año:

Calidad de la humectación
Velocidad del aire
Duración

Este artículo expone la evolución del conocimiento que ha permitido establecer las recomendaciones técnicas actuales utilizadas por productores lecheros en todo el mundo.

UNA PRÁCTICA CON HISTORIA: LA BASE CIENTÍFICA DEL ENFRIAMIENTO MODERNO

La primera referencia científica sobre este tipo de enfriamiento se remonta a hace casi 80 años.

En 1948, investigadores de la Universidad Estatal de Luisiana (Seath & Miller, JDS 31:361) realizaron un experimento en el que vacas expuestas al sol durante dos horas eran luego trasladadas a un edificio donde eran enfriadas mediante humectación con una manguera de jardín, con o sin ventilación forzada mediante ventiladores.

La combinación de humectación con ventilación forzada triplicó la pérdida de calor en comparación con la humectación sola, permitiendo que las vacas alcanzaran su temperatura corporal normal en la mitad del tiempo.

Décadas más tarde en Israel, a principios de los años 80, se llevaron a cabo estudios experimentales con el objetivo de evaluar:

1. Los efectos del enfriamiento basado en humectación y ventilación forzada en vacas secas y en ordeño.

2. El impacto del enfriamiento basado en humectación y ventilación forzada sobre el rendimiento productivo y reproductivo de las vacas.

Como parte del estudio (Flamenbaum et al., JDS 69:3140, 1986), se trabajó en la optimización de esta práctica de enfriamiento en términos de duración de la humectación (10, 20 y 30 segundos) y duración del enfriamiento (15, 30 y 45 minutos), realizando la humectación una vez cada 5 minutos.

Los resultados indicaron que el mejor efecto se obtenía mojando a las vacas durante 30 segundos cada 5 minutos, en sesiones de 45 minutos.

Aplicando este formato cuatro veces al día (una cada seis horas), las vacas se mantenían en confort térmico (temperatura corporal inferior a 39 °C) a lo largo del día.

En cambio, las vacas del grupo sin enfriamiento superaban ese umbral durante buena parte del día.

A principios de la década de 2000, investigadores de la Universidad Estatal de Kansas (Brouk et al., 2002 y 2004) compararon distintas velocidades del aire (1, 2 y 3 m/s), concluyendo que la más alta (3 m/s), combinada con humectación, ofrecía los mejores resultados.

Posteriormente, analizaron la frecuencia óptima de humectación (cada 5, 10 y 15 minutos, con ventilación continua) y confirmaron que hacerlo cada 5 minutos era lo más eficaz, coincidiendo con los hallazgos previos en Israel.

ADAPTACIÓN A LAS NUEVAS NECESIDADES DE ENFRIAMIENTO DE LAS VACAS

Con el paso del tiempo, la necesidad de enfriar a las vacas se ha intensificado, tanto por el calentamiento global como por el aumento de la producción lechera, que genera más calor corporal.

Por ello, los intervalos de enfriamiento utilizados en décadas anteriores ya no son suficientes. Actualmente, se requiere aumentar la frecuencia y la duración diaria acumulada de las sesiones de enfriamiento.

Registro de la temperatura en tiempo real

En los últimos años, numerosas granjas lecheras han incorporado registradores de temperatura intravaginal para monitorear a diario la temperatura corporal de las vacas. Esta tecnología permite:

Evaluar la eficacia del enfriamiento.

Identificar los momentos del día de mayor estrés térmico.

Ajustar los parámetros de enfriamiento de las vacas para mantenerlas dentro del rango térmico deseado.

Hoy existen dispositivos que permanecen en el cuerpo del animal durante largos periodos y transmiten los datos en tiempo real. Así, su uso contribuye de manera significativa a mejorar el manejo térmico y optimizar los recursos.

Un ejemplo representativo se desarrolló en una granja de gran escala en el norte de México, con 3.000 vacas.

Inicialmente, las vacas eran enfriadas una hora antes de cada ordeño, acumulando 3 horas/día. Sin embargo, los registros mostraban temperaturas corporales por encima de los 39 °C durante buena parte del día. Al duplicar el número y duración de las sesiones (6 sesiones de 1 hora, en total 6 horas/día), se logró mantener la temperatura por debajo del umbral durante toda la jornada.

Paralelamente, un grupo de investigadores en Israel (Honig et al., 2012, JDS 95:3736) estudió el efecto de enfriar vacas durante 3,5 y 6 horas diarias (5 u 8 sesiones de 45 minutos).

Las vacas con 6 horas de enfriamiento consumieron 2 kg más de materia seca y produjeron 3,4 kg más de leche al día que las que recibieron menos tiempo de enfriamiento. Además, descansaban y rumiaban durante más tiempo.

EL MODELO ÓPTIMO DE ENFRIAMIENTO Y SU IMPACTO EN PRODUCCIÓN Y RENTABILIDAD

Los resultados acumulados permiten definir un protocolo eficaz:

Combinar humectación cada 5 minutos con ventilación forzada a 3 m/s, en sesiones de 45 a 60 minutos, distribuidas a lo largo del día hasta alcanzar un total de 6 horas diarias (1 vez cada 4 horas).

Este esquema permite mantener la temperatura corporal en niveles normales durante el verano, con beneficios claros sobre el bienestar y la productividad.

En Israel se desarrolló hace más de dos décadas un índice de relación veranoinvierno (Flamenbaum y Ezra, 2007, JDS 90:345) que permite medir el impacto del sistema de enfriamiento.

En granjas con enfriamiento intensivo, las vacas alcanzaban en verano el 98 % de su rendimiento invernal, frente al 88 % observado en explotaciones con sistemas menos exigentes.

La tasa de concepción también se vio menos afectada, con una diferencia de solo 10 unidades porcentuales entre estaciones, frente a descensos superiores a 30 puntos en granjas sin enfriamiento intensivo (Flamenbaum y Galon, 2010, J. Reprod. Dev. 56:536).

Un análisis económico demuestra que la inversión necesaria para instalar y operar correctamente este sistema puede recuperarse en menos de un año.

En regiones templadas, el ingreso anual por vaca puede aumentar entre 100 y 200 dólares.

En regiones cálidas los beneficios pueden alcanzar los 1.000–1.500 dólares por vaca al año. En estas zonas, el enfriamiento intensivo puede reducir en hasta un 80 % las pérdidas económicas asociadas al estrés térmico.

Con el conocimiento disponible y las herramientas adecuadas, enfriar correctamente a las vacas no solo es posible, sino imprescindible. La decisión ahora está en manos del productor.

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