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La capacidad de las vacas lecheras para adaptarse al balance energético negativo (BEN) durante los primeros días de lactancia es un factor fundamental en la producción de leche, ya que las demandas no podrán ser cubiertas por la ingesta de alimento (Herdt et al., 2000).
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Uno de estos trastornos es la hipercetonemia o cetosis, que se desarrolla como consecuencia de una mala respuesta adaptativa al balance energético negativo, y tiene lugar cuando el hígado esta saturado por la acumulación de ácidos grasos no esterificados (NEFAs, del ingles Non-Esterified Fatty Acids).
Debido al bajo consumo energético del animal durante la etapa de transición, el organismo comienza a movilizar reservas de grasa corporal, aumentando la concentración de NEFAs y betahidroxibutirato (BHBA) en sangre (Li et al., 2016).
Este trastorno metabólico puede clasificarse según la concentración de BHBA en sangre:
Cetosis clínica: BHBA > 1,2 mmol/l
Cetosis subclínica: BHBA = 0,8-1,2 mmol/l
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Una de las principales consecuencias de la cetosis en el ganado es la disminución en la producción de leche, llegando hasta un 7% de pérdidas durante toda la lactancia.
El impacto de la cetosis dependerá de la concentración de BHBA:
Otra de las principales consecuencias de la cetosis es el descarte de animales, habiéndose reportado que los animales que presentan cetosis ven aumentado 3 veces el riesgo de ser desechados.
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En términos reproductivos se ha demostrado que
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