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La fase de recría es una etapa crítica en la vida de todas las especies animales, adquiriendo una dimensión especial en el caso de los rumiantes por
la singularidad de su aparato digestivo.

Al nacimiento, el aparato digestivo de los rumiantes ya posee todos los elementos anatómicos del adulto, incluso la pauta de motilidad establecida. Sin embargo, el abomaso es el único órgano completamente desarrollado y funcional en los neonatos.

Las proporciones (% peso) de las diferentes cámaras del estómago de los rumiantes al nacimiento son:

  • Retículo: 5%
  • Omaso: 10%
  • Rumen: 25%
  • Abomaso: 60%

Estas proporciones irán cambiando de manera intensa durante las primeras 8 semanas de vida, hasta llegar a las proporciones propias del animal adulto: abomaso 7%, omaso 8%, retículo 5% y rumen 80% (Jones y Heinrich, 2006).

Durante este proceso, el abomaso va perdiendo protagonismo a medida que el rumen va teniendo una mayor actividad fermentativa. Igualmente, la relación del intestino delgado respecto al intestino grueso aumenta con la edad del animal (3,6 vs 5) (Fernández-Siveira y Hornos, 2019).

El desarrollo del aparato digestivo en las primeras semanas de vida va a determinar el desempeño del animal en la edad adulta

Paralelamente al crecimiento del aparato gastrointestinal, la función enzimática varía. Las enzimas digestivas mayoritarias al nacimiento son:

  • Lactasa (responsable de la absorción de la lactosa en el intestino)
  • Quimosina (responsable de la formación del cuajo)

Para posteriormente ir disminuyendo hasta casi desaparecer en torno a los 1- 2 meses de vida.

A partir del primer mes de vida las secreciones de enzimas pancreáticas e intestino delgado aumentan significativamente, siendo la isomaltasa, la maltasa y la amilasa las responsables de la digestión de los carbohidratos en la edad adulta (Longenbach, 1998).

El factor primario que determina el desarrollo ruminal es la ingesta de alimento sólido

La maduración del rumen incluye el desarrollo anatómico del mismo, de las papilas ruminales ya presentes al nacimiento, y el establecimiento de la microbiota ruminal. Este proceso siempre sigue el mismo patrón, pero variará en el tiempo empleado para ello, que va a depender de diversos factores: ambientales, nutricionales y genéticos.

El estímulo primario para el desarrollo del epitelio ruminal (crecimiento de la longitud y anchura de las papilas ruminales) es la presencia de los ácidos grasos volátiles (AGV) producidos por la ingesta de alimento sólido (Pazoki et al., 2017; Sun et al., 2018).

Los diferentes AGV que estimulan el desarrollo del rumen son:

  • Acético
  • Propiónico
  • Butírico

El ácido butírico, siendo el que se encuentra en menor proporción, es, sin embargo, el que mayor efecto estimulante ejerce sobre las papilas, seguido del propiónico.

La longitud de las papilas ruminales, responsables de la absorción de los AGV, se incrementa durante las primeras 7-8 semanas de vida, desde los 0,6-1 mm hasta los 5-7 mm, en función de la región anatómica del rumen (Warner, 1969).

Con el rumen en desarrollo, todo el alimento sólido consumido va a estar expuesto al proceso de fermentación bacteriana antes de alcanzar el abomaso. Por ello, el proceso de colonización del rumen, a cargo de la microbiota, va a ser fundamental en la fermentación y posterior digestión del alimento.

La colonización de la población ruminal se produce durante las primeras horas de vida y es secuencial

La población microbiana ruminal tiene diferentes orígenes exógenos, siendo los más destacables el contacto entre animales y los alimentos ingeridos.

Entre los días 3 y 12 la comunidad bacteriana está ya compuesta por numerosos microorganismos presentes en el rumen del adulto, demostrando que las bacterias responsables de la degradación del alimento se encuentran antes incluso de que comience la ingestión de sustrato sólido y de que el rumen esté activo (Jami et al., 2013; Días et al., 2017).

La diversidad intragrupo incrementa con la edad, lo que sugiere una comunidad microbiana madura más diversa, pero más específica y homogénea, comparada con la comunidad primaria más heterogénea y menos diversa (Jami et al., 2013).

La diversidad de microorganismos en el rumen permite el desempeño de reacciones bioquímicas precisas para una fermentación óptima de los productos alimenticios

En primer lugar se establecen los microbios anaerobios facultativos, como Streptococcus y Enterococcus, que convierten al rumen en un ambiente estrictamente anaerobio. Proteobacteria es gradualmente sustituida por Bacteroidetes como el principal Phyla.

Entre los días 9 y 15, la influencia de la dieta es determinante y está asociada a un cambio en la estructura de la comunidad bacteriana. A partir del día 15 la comunidad microbiana no presenta cambios a nivel de Phyla, aunque las variaciones en la abundancia relativa de algunos géneros sí ocurren (Yañez-Ruiz et al.,2015).

Los protozoos ciliados aparecen en el rumen en las dos primeras semanas de vida (Eadie, 1962) y las arqueas metanogénicas han sido observadas desde el nacimiento (Guzmán et al., 2015).

Se ha observado que la abundancia y estructura de las bacterias ruminales puede variar dependiendo de la dieta y de la edad, pero los cambios en la estructura y abundancia de las arqueas metanogénicas dependen exclusivamente de la dieta, con mayor presencia de Methanosphaera, y menor de Methanobrevibacter en terneros alimentados con lactoreemplazantes (Días et al., 2017).

Por otra parte, estudios recientes han demostrado que la microbiota ruminal está influenciada por factores genéticos del hospedador (Wallace at al., 2019; Abbas et al., 2020).

Se ha observado también que los cambios en la microbiota ruminal asociados a diferencias en la dieta de los animales en la época de lactancia persisten en corderos a los 4 meses de edad (Yañez-Ruiz et al., 2010), sugiriendo que es posible manipular la microbiota ruminal mediante la utilización de determinadas dietas o aditivos alimentarios durante la época neonatal de los rumiantes (Abecia et al, 2013,2014).

El calostro es imprescindible para facilitar el inicio del tránsito intestinal

El primer alimento que ingiere el neonato, como el resto de los mamíferos, es el calostro, por lo que es de vital importancia un buen encalostrado del animal para asegurar el establecimiento de la inmunidad pasiva y como fuente de energía.

El animal debe ingerir entre un 10 y un 15% de su peso vivo durante las primeras 12 horas de vida (asegurar una toma antes de las 6 primeras horas) (Martino et al., 1987).

En estos momentos, la capacidad del abomaso de un ternero es de 2 litros, por lo que la cantidad por toma no debe sobrepasar este volumen.

El pienso de iniciación debe estar presente desde la primera semana de vida del animal

Existen diferentes pautas de alimentación para rumiantes lactantes, principalmente en función del tipo de explotación y sus objetivos. En todos los casos, una transición gradual desde la alimentación líquida a la sólida permite a los animales consumir y digerir suficientes nutrientes para soportar el crecimiento durante y después del destete; esta transición coincide con varios cambios morfológicos y ajustes fisiológicos en el animal (Baldwin et al., 2004).

El pienso de iniciación debe estar presente desde la primera semana de vida del animal. Igualmente, es necesario agua fresca y de calidad desde el inicio de la lactación para estimular el consumo de pienso y garantizar un ambiente acuoso que favorezca la fermentación ruminal.

La inclusión de un forraje de calidad (tallo fino) en las primeras semanas de vida estimulará la rumia y la salivación, lo que permitirá estabilizar el pH y reducir los comportamientos anómalos. Dicho forraje favorecerá durante el destete el desarrollo de la microbiota ruminal y reducirá el riesgo de acidosis.

Uno de los principales problemas que se produce en esta etapa de la vida es la presencia de diarreas

El pienso de iniciación debe cumplir unos estrictos criterios nutricionales para asegurar un adecuado aporte de nutrientes, el desarrollo del aparato gastrointestinal y prevenir las patologías digestivas.

Debe tener un contenido en proteína bruta en torno al 16%, altamente digestible, con un buen balance aminoacídico, y carbohidratos fermentables para favorecer el desarrollo de las papilas ruminales, pero controlando el riesgo de acidosis ruminal.

Finalmente, es importante que el pienso de iniciación tenga una buena palatabilidad y aroma para estimular el consumo temprano de alimento sólido.

Para un destete seguro, con el fin de evitar retrasos en el crecimiento de los animales y la aparición de patologías debidas a un balance energético negativo, es necesario que el ternero lactante esté consumiendo al menos 1 kg de pienso de iniciación. Igualmente, para evitar el estrés del destete se recomienda mantener este pienso de iniciación durante las 2-3 semanas posteriores.

Una herramienta de gran valor para la formulación de este primer pienso es el empleo de núcleos con niveles de inclusión variables, a través de los cuales podemos aportar todos aquellos ingredientes que el animal necesita para un óptimo rendimiento, como son:

  • Fuentes de lactosa y proteína altamente digestibles
  • Oligoelementos (vitaminas, aminoácidos y microminerales)
  • Prebióticos y probióticos
  • Mejoradores de la apetencia, que estimulan un consumo temprano
  • Otros aditivos que mejoren los parámetros productivos
Estos núcleos, al estar destinados a estas fases tempranas, y debido a su complejidad, han de estar fabricados bajo estrictos controles de calidad, que eviten al máximo los riesgos microbiológicos y las contaminaciones cruzadas.

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