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Las observaciones conductuales son muy importantes para identificar el momento en el que un parto normal se convierte en una distocia.
Los búfalos de agua (Bubalus bubalis) son grandes rumiantes que juegan un papel importante en muchos países, como fuente de leche, carne, trabajo y transporte. Son muy resistentes a enfermedades y se adaptan a diversas condiciones climáticas, poseen un mayor digestibilidad de pastos de baja calidad, tienen un crecimiento más rápido y el aumento de peso corporal muestra versatilidad y capacidad para contribuir positivamente a la producción ganadera sostenible (Naveena y Kiran, 2014; Guerrero-Legarreta, 2018).
Un descenso en la eficiencia productiva y reproductiva en los búfalos representa un factor de riesgo para los ganaderos y veterinarios dedicados a la producción bufalina.
El proceso del parto en el ganado doméstico de los géneros Bos y Bubalus incluyen 3 fases:
La identificación e interpretación de signos clínicos que predicen el inicio del parto es clave, ya que algunas búfalas pueden experimentar distocia (Streyl et al., 2011).
Existe escasa información sobre la inducción del parto en búfalos, por lo que los ganaderos dependen mayoritariamente de su experiencia clínica y de algunos estudios. La frecuencia de distocia puede ser elevada en rebaño de búfalos, y puede provocar una mortalidad significativa en los recién nacidos.
Según Khan et al. (2009), se analizó la incidencia de partos anormales en búfalas y se encontró que oscilaba entre el 5,6-12,6% en búfalas Murrah, el 8,94% en Jaffarabadi, y entre el 4,6 y el 5,4% en el búfalo Surti.
Estas incidencias tan bajas pueden deberse a las diferencias anatómicas entre el ganado doméstico del género Bos y el búfalo (Purohit et al., 2012): los búfalos poseen una pelvis más amplia, un área mayor del íleon, una 5ª vértebra sacra libre y fácilmente separable (Kodagali, 2003), canales vaginales de pequeño tamaño fácilmente dilatables y labios vulvares alargados y muy separados (Agarwal y Tomer, 1998).
Estas diferencias suponen que la primera y la segunda etapa del parto en la búfala se pueden completar fácilmente en 20-70 minutos (Mody et al., 2002; Purohit et al., 2012).
Algunos factores que predisponen a la distocia en búfalas son:
Respecto a las consecuencias para el ternero:
Si el neonato sobrevive:
Las búfalas que presentan distocias están inquietas, a menudo patean el suelo, se observan la región abdominal y encorvan la espalda (Derar y Abdel-Rahman, et al., 2012).
Según Meiejerin (1984), cuando el feto no puede ser expulsado se puede producir acidosis severa debido a la deficiencia de oxígeno y a un bajo pH sanguíneo, efectos que pueden deteriorar el rendimiento de los órganos vitales del neonato y ocasionar daños neuronales, reducir la vitalidad en general y disminuir las tasas de supervivencia.
Estudios realizados en búfalas primíparas y multíparas con evidencia de distocia revelan que no sólo tenían la frecuencia cardíaca y respiratoria anormalemnte altas en la primera etapa del parto, si no que en comparación con las búfalas de partos eutócicos (normales), también presentaban niveles de cortisol significativamente elevados (bioindicador de estrés agudo).
Respecto a la presencia de bacterias en el útero durante el periparto, se ha demostrado que la incidencia de bacterias anareobias obligadas combinadas con Trueperella pyogenes (Actinomyces pyogenes) alcanza el nivel máximo en búfalas con distocia (Jadon et al ., 2005).
Además, los nacimientos anormales donde se incrementa la manipulación obstétrica pueden llevar a los microorganismos patógenos a colonizar la vagina y el útero, lo que podría causar vaginitis y metritis puerperal.
La distocia es común en los búfalos, especialmente cuando se presenta torsión uterina, lo que a su vez predispone a infecciones de útero post parto (Singh y Nanda, 1996; Jadon et al., 2005; Singh et al., 1997).
TORSIÓN UTERINA
La torsión uterina pone en peligro la supervivencia del feto y de la madre. Suele ocurrir al final de la gestación, cuando el útero grávido puede girar a lo largo de su eje longitudinal, lo que causa una compresión vascular grave en el útero (Roberts, 1986; Noakes et al., 2009; Frazer y Perkins 1996; Aubry et al., 2008).
Según Frazer et al. (1996) esta afección puede ser causada por fetos de machos de tamaño especialmente grande. Otra posible explicación es una baja cantidad de líquido amniótico para las dimensiones del feto y del útero (Baker, 1988; Noakes et al. 2009, Schonfelder y Sobiraj, 2005).
Otros indicadores de torsión uterina pueden ser la anemia normocrómica y la leucocitosis, con neutrofilia y monocitosis como hallazgos comunes (Amer y Hashem, 2008). En el análisis bioquímico del plasma sanguíneo se encontraron también alteraciones en los niveles de LDH, nitrógenos ureico en sangre, albúminas, creatinina y glucosa (Purohit et al., 2913).
La mortalidad de la torsión uterina en el ganado bubalino varía ampliamente, lo que se debe a dos factores: el grado y la duración de la torsión.
Si la torsión no se resuelve de manera adecuada, es probable que se produzca un infarto hemorrágico debido a la creciente intensidad de la oclusión o compresión arterial (Noakes et al., 2009; Shadinger et al., 2008).
El útero de las búfalas tiene una serie de peculiaridades que podrían predisponerlo a girarse o doblarse al final de la gestación:
En estas condiciones, los movimientos bruscos del feto pueden favorecer que el útero se doble o se enrolle.
Además, la torsión puede ocurrir justo antes del término de la preñez y puede ser difícil de diagnosticar debido a la ausencia de signos clínicos definitivos.
CESÁREA
Se trata de la extirpación quirúrgica del feto. El dilema entre optar por la fetotomía o la cesárea tiene que ver con las bajas tasas de supervivencia de las madres y los efectos sobre su fertilidad futura (Singh et al., 2013).
Es común que la cesárea se utilice en casos de torsión uterina no resueltos.
Otros casos pueden ser ante fetos de gran tamaño o malformados. Las terceras causas más frecuentes suelen ser la hidrocefalia, la ascitis y la anasarca. Existen métodos para resolver las torsiones como el de Roberts (1986), de hacer rodar a la vaca por una tabla; fue necesario repetir el proceso varias veces para resolver la torsión (Ali et al., 2011).
PROLAPSO RECTAL y VAGINAL
Es otro de los problemas reproductivos importantes en búfalos previo al parto (Azawi, 2010), que puede involucrar factores etiológicos como una alimentación inadecuada, trastornos hormonales, manejo estacional y/o predisposición genética.
Los niveles elevados de estrógenos y la secreción de relaxina pueden distender y relajar excesivamente los ligamentos pélvicos y las estructuras de tejidos blandos cercanos (Wolfe, 2009).
También se han encontrado niveles bajos de progesterona asociados al prolapso vaginal (Zicarelli, 2000).
Existen informes que muestran prevalencias extremadamente altas de prolapso en búfalas (43%)(Samad et al., 1987). Los partos forzados pueden ser otro factor etiológico adicional involucrado (Noakes et al., 2001).
RETENCIÓN DE PLANCENTA
La incidencia de retenciones de placenta está relacionada con falta de tono, involución lenta de las membranas o daño al útero debido al estrés mecánico ejercido durante los partos difíciles (Klerx y Smolders, 1977).
Los periodos de gestación cortos se relacionan con mayor frecuencia de retenciones de placenta.
Concluyendo, la eficiencia productiva y reproductiva de la especie bubalina es un desafío para los ganaderos y veterinarios, por lo que requiere de unos conocimientos profundos de los problemas reproductivos en el parto.
Las muertes fetales en búfalos representan un problema importante, asociado a importantes pérdidas económicas y a la reducción de la rentabilidad de las explotaciones.
La comprensión de la fisiología, el comportamiento y los signos al nacimiento pueden favorecer los partos eutócicos y reducir las distocias.
Otra causa de las distocias no comentando en este artículo, es el factor yatrogénico:
Fuente: ganadería.com, «Distocia en búfalas: complicaciones obstétricas», Dr. Daniel Mota Rojas, Dr. Fabio Napolitano, Dr. Julio Martínez Burnes, Dr. Guiseppe De Rosa, Dra. Ada Braghieri, Dr. Miguel González Lozano, Dr. Agustín Orihuela Trujillo.
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