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Formación en Granada para el relevo generacional

Durante cuatro meses, 14 jóvenes se han formado en el IFAPA de Granada para garantizar el relevo generacional

Los pastores de la «generación Z»

A escasos kilómetros de la localidad granadina de Loja, entre el barranco del Zumbeón y el de la Mina, se oye el balar de una oveja lojeña. Un veterano pastor imparte clases para esquilar la lana de forma tradicional a un pequeño grupo de jóvenes de la generación Z: son los 14 alumnos de la undécima edición de la Escuela de Pastores de Andalucía.

Muchos de ellos proceden de una familia de agricultores, como Gabriel Gallegos. Él tiene 24 años y, a pesar de que estudió electromecánica, ya tiene claro que quiere ser pastor. «El que se cría y nace en el campo al final es como si lo llevara en la sangre. Estás acostumbrado a los animales, a la naturaleza… te sientes libre», afirma.

Este es también el caso de Álvaro Tejera. Él es de Domingo Pérez, sus padres son ganaderos y tienen cabras lecheras de raza granadina. » Sacamos la leche y el cabrito lo vendemos para carne. También tenemos ovejas en extensivo. Vendemos la lana y los corderos», explica. Asegura que el curso le ha aportado una mayor visión de la ganadería y de sus aspectos más técnicos.

Marisa Vergara es una de las dos alumnas de esta edición. Ella procede de mucho más lejos y su historia es diferente. Es de Menorca y sus padres no están vinculados al mundo agrario. «Mi madre tiene una zapatería y mi padre una tienda de souvenirs», cuenta. Pero su pasión por el campo se la transmitió su abuelo desde pequeña, cuando lo acompañaba a alimentar a los animales.

Marisa Vergara

XI Edición de la Escuela de Pastores

«La Escuela de Pastores es un plan formativo donde durante aproximadamente algo más de cuatro meses tenemos tanto a chicos como a chicas entre 18 y 30 años aproximadamente que vienen a formarse en diferentes aspectos ligados a la ganadería extensiva», explica Francisco Ruiz, director de la Escuela de Pastores de Andalucía.

Cuatro meses en los que han combinado prácticas en ganaderías de todo el territorio andaluz y una parte teórica en el IFAPA (Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica) de Granada, donde han aprendido sobre diversas temáticas como medio ambiente, genética, reproducción o contabilidad.

«Nos enseñan que ya no somos ganaderos como tal sino que en realidad lo que tenemos es una empresa. Nos enseñan a gestionar nuestros gastos”, dice Álvaro Gallego, otro de los alumnos de esta edición.

Y quien les ha enseñado, y mucho, es Verónica Cruz, profesora y coordinadora del curso. «Nuestra formación es completa y alberga muchos aspectos técnicos. Desde sanidad, alimentación, manejo, bienestar animal, reproducción… Ellos pueden profundizar en muchas temáticas técnicas», explica.

Y también han descubierto cómo las nuevas tecnologías se pueden aplicar a un oficio tan tradicional, como el uso de drones o la geolocalización del ganado. «Mediante unos GPS que se les pone a los animales, con el móvil tú puedes ver dónde están en la sierra… Entonces claro, eso son avances y el campo se va digitalizando» nos cuenta sorprendido Gabriel.

Gabriel Gallegos

La importancia de la ganadería extensiva

El curso ha estado centrado, como no podía ser de otra manera, en la ganadería extensiva y en los beneficios del pastoreo para el medio ambiente. Tanto los alumnos como los profesores coinciden en las virtudes de esta profesión: los animales limpian los ríos y el monte y previenen de incendios porque se comen el pasto. «Si hubiera ganado en toda la sierra, no habría tanto fuego», opina Álvaro.

Además, Antonio Repiso, pastor veterano de la zona y tutor de la Escuela de Pastores, pone en valor la biodiversidad que genera esta actividad, ya que las ovejas transportan las semillas que comen de un lugar a otro. También destacan el aporte económico que genera en zonas ya de por sí muy despobladas.

Falta de relevo generacional

La falta de relevo generacional, unido a otros factores como la sequía o el encarecimiento de los piensos, ponen en peligro esta profesión con más de 10.000 años de antigüedad. «Hay diferentes factores que han hecho llegar a este punto. Primero, por supuesto, la rentabilidad. Si una actividad económica no es rentable, no va a haber gente que la continúe”, y añade que la falta de calidad de vida también afecta.

«La ganadería en sí es muy dura. La mayoría de los jóvenes no quieren trabajar los 365 días del año. Y a la vista está que se están perdiendo la mayoría de ganaderías, están desapareciendo», dice Álvaro Gallegos.

Una situación crítica para el sector que lamenta Antonio, mientras sujeta un bastón típico tallado por él mismo: «Si no hay un relevo generacional, esto se va a acabar. Se va a perder la ganadería en extensivo… y todo el conocimiento y la cultura que tenemos los pastores hacia el campo».

Un relevo generacional en el que la presencia de las mujeres tiene especial relevancia. Desde el IFAPA destacan que todos los años hay alumnas y que se integran muy bien. «Siempre te encuentras alguna dificultad más, porque al final siempre estás trabajando rodeada de hombres…; pero si te gusta y quieres seguir, tienes que ser un poco cabezona», dice Marisa.

«Es importante socialmente. Siempre que se introduce la mujer en un sector productivo aporta mucho. Para esas zonas rurales creo que la introducción de la mujer es fundamental», señala Verónica, coordinadora de la escuela.

Fondos europeos

El proyecto está financiado en un 90% con el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER). Su director asegura que estos fondos son vitales: «Por supuesto sin esta ayuda lo que es el proyecto en sí no podríamos desarrollarlo, al menos en el modo que lo tenemos actualmente».

Y celebra que la tasa de incorporación al sector es muy elevada: entre un 40 y un 90%, dependiendo de la edición. Todo con un solo objetivo: que los alumnos de hoy sean los pastores del mañana.


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