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Entrevista a José Miguel Herrero, Director General de la Industria Alimentaria
José Miguel Herrero es Ingeniero Agrónomo con especialidad en Economía Agraria, y a lo largo de su vida laboral ha desempeñado diversos cargos en la Administración: Subdirector General de Industrias, Subdirector General de Estructura de la Cadena Alimentaria o Director de la AICA (Agencia de Información y Control Alimentarios), puesto que ocupó desde 2014 hasta ser nombrado Director General de la Industria Alimentaria en junio del 2018, organismo dependiente del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
1. ¿Cuáles son las funciones de la Dirección General de la Industria Alimentaria y sus responsabilidades como director?
Las principales funciones de la DGIA son aquellos temas relacionados con la política alimentaria. Entre otras, procede destacar:
En este sentido, la DGIA se encarga de vertebrar los sectores a través del asociacionismo y el apoyo de las organizaciones interprofesionales, a la vez que se facilita la interlocución entre los diferentes componentes de la cadena alimentaria.
Otro aspecto muy importante es la transparencia, para lo que se llevan a cabo actuaciones con el objetivo de mejorar la misma en los mercados, así como en las relaciones entre los distintos agentes.
2.¿Cómo se encuentra el sector agroganadero actualmente y qué cambios se han producido con respecto a la etapa precoronavirus? ¿Qué medidas se han tomado desde la DGIA para apoyar al sector?
Podemos decir que hay un antes y un después desde la llegada del COVID19 a nuestro país. Antes de la pandemia, el sector estaba funcionando de una manera correcta, sostenida, con una gran capacidad exportadora y, durante el confinamiento, hemos comprobado que la cadena funciona y ha sido capaz de dar de comer a todos los españoles durante los momentos más duros.
En la era post-COVID creo que el sector va a verse reforzado. Quiero destacar que el sector no solo se ha volcado con los españoles, sino que también lo ha hecho con los mercados internacionales, reluciendo nuestra faceta exportadora y convirtiéndonos en una potencia alimentaria.
En cuanto a las medidas llevadas a cabo, se han tomado varias desde el Ministerio, pero desde la DGIA nos hemos centrado en atender todas las demandas y consultas para seguir garantizando que este sea un sector estratégico, como ha sido durante la pandemia. Esto ha permitido que siga funcionando con normalidad, a pesar de que en los momentos más difíciles de la crisis hubo bastantes dudas y cuestiones a resolver. Evitar que la industria se parara ha sido un trabajo intenso.
Por otra parte, hemos querido promocionar nuestros alimentos: creemos que la gran aportación durante estos meses de la DGIA ha sido prestigiar nuestros alimentos en España con la campaña «El país más rico del mundo», que demuestra que la alimentación no entiende de ideologías ni de CCAA, si no que los alimentos nos unen a todos.
Al mismo tiempo, hemos llevado a cabo una campaña muy potente, «Spain Food Nation», junto con el Instituto de Comercio Exterior, que ha dado prestigio a nuestros alimentos internacionalmente.
Para todo ello hemos colaborado con grandes cocineros de fama internacional como Roca, Adriá y Jose Andrés, principal embajador de nuestros Alimentos de España.
3.¿Cómo se han modificado los hábitos de consumo de productos lácteos y cárnicos durante este año y qué tendencia mantendrán en el futuro?
Al igual que con el resto de alimentos y bebidas, el comportamiento de los consumidores en relación a los cárnicos y lácteos se ha modificado respecto a lo habitual. Debido al confinamiento hemos visto un incremento muy relevante del consumo de alimentos en el hogar.
En el caso de las carnes, tras varios años de ligero descenso, entre enero y septiembre de 2020 el consumo en los hogares aumentó sobre un 11%, especialmente en el caso del cerdo, pollo y vacuno.
Sobre la leche líquida, el crecimiento ha sido de más del 7% (tomamos muchos más cafés en casa), similar al de los productos lácteos.
Hay que remarcar que en esta situación de aumento del consumo y, salvo excepciones, los precios se han contenido.
Por ejemplo, el precio medio de la carne solo ha crecido un 2,3% debido, sobre todo, al aumento de los precios del ovino/caprino (+3,5%) y del cerdo (+4,2%). La leche líquida ha mantenido su precio y los derivados lácteos se han encarecido alrededor del 4%.
Por el contrario, el consumo extradoméstico ha sufrido mucho la pandemia, con descensos de más del 35% entre enero y septiembre. Además, las piezas en HORECA suelen ser cortes de calidad, por lo que la pérdida en valor es mayor. Hay sectores, como el de la carne de ovino y caprino, con un consumo extradoméstico muy importante ligado a eventos y celebraciones, que han notado más el impacto de la pandemia (-47,7%).
En el caso del cerdo también ha bajado el consumo (-47%), y solo el pollo ha aguantado algo mejor con un descenso del 28,3%.
4.Una de las preocupaciones del Ministerio y de la DGIA es el desperdicio alimentario, ¿cuál es la situación en España respecto a este problema?
El desperdicio es un problema a nivel mundial. Todo empezó cuando la ONU realizó un estudio que indicaba que 1/3 de la producción alimentaria (alimentos y bebidas) en todo el mundo acababa en la basura. Es entonces cuando los países empezaron a buscar soluciones, y en el Ministerio tenemos una estrategia que pretende analizar y dimensionar el problema.
Hemos visto que el desperdicio en los hogares españoles supera los 1.300 millones de kg/l, lo que supone 26 millones de kg/l a la semana.
Durante el año 2019 se ha frenado la tendencia creciente que se venía observando respecto al desperdicio, y del 2020 se extrae un dato curioso: durante el confinamiento se ha reducido el desperdicio radicalmente, en un 14%. Tiene lógica, ya que al estar confinados hemos planificado y aprovechado mejor los alimentos.
Esto es muy importante porque ayuda a que volvamos a valorar los alimentos, lo que está muy relacionado con el desperdicio: tiramos lo que no valoramos, y esto está pasando actualmente debido a que banalizamos los alimentos.
Para producir un alimento utilizamos recursos como agua o energía y, si acaban en la basura, además de los problemas éticos que esto conlleva, estamos malgastando recursos naturales que podrían ser destinados a otro fin.
Por otra parte, hemos analizado los eslabones de la industria y distribución para conocer si esta problemática era una preocupación para ellos también, y hemos comprobado con satisfacción que más del 70% de las industrias alimentarias ya cuentan con un plan para evitar y prevenir el desperdicio alimentario.
Respecto a los alimentos que más se desperdician, los productos frescos son los primeros, sobre todo ligado a épocas de calor (se deterioran antes). Curiosamente, los que más desperdician son los jóvenes, a pesar de estar más concienciados.
Por último, anunciar que el gobierno va a presentar una Ley contra el desperdicio alimentario en 2021. Será una ley muy amplia donde se abordará la problemática con todas sus posibilidades: donaciones, reaprovechamiento y, posiblemente, con algún objetivo cuantitativo alineado con los de desarrollo sostenible de reducir el desperdicio en un 50% para el año 2030.
5.¿Cómo se llevan a cabo los controles en las industrias alimentarias, especialmente los relacionados con la ganadería rumiante (leche, queso, carne, yogures…) y qué tipo de incumplimientos se detectan?
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