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La publicación del Real Decreto 1053/2022, de 27 de diciembre, por el que se establecen normas básicas de ordenación de las granjas bovinas supone la incorporación del sector bovino a las exigencias medioambientales que ya tenían desde hace tiempo otras especies como porcino y avicultura.
Estas exigencias ambientales vienen impuestas por la nueva Política Agraria Común 2023-2027, bajo los objetivos específicos medioambientales y sociales relacionados con las demandas de los consumidores, así como para atender los nuevos desafíos del Pacto Verde y de las estrategias que de él derivan como son la Estrategia “De la Granja a la mesa” y la nueva Estrategia de “biodiversidad” y cuyos objetivos generales son:
En estas nuevas circunstancias, y para conseguir los objetivos previstos, los titulares de las granjas serán responsables de la estimación de sus emisiones y de la aplicación de las Mejores Técnicas Disponibles (MTD), para evitar o, cuando ello no sea posible, reducir las emisiones y el impacto en el conjunto del medioambiente, así como también serán responsables de notificar la implementación de estas técnicas a las autoridades competentes lo que supone un desafío añadido a nuestro sistema productivo.
Estas disposiciones, junto con la coyuntura actual de la consecución de otros objetivos como son la reducción del uso de antimicrobianos o la generación de residuos, sitúa a estos titulares y a los profesionales que los acompañamos a ser aún más eficientes en el desarrollo de la actividad productiva de nuestras granjas, manteniendo su competitividad comercial.
Para ello, seguir trabajando de manera simultánea en el diseño, evaluación e implantación de las estrategias alternativas a herramientas tradicionales en la mejora de la productividad se convierte en una de nuestras prioridades.
ESTIMACIÓN DE EMISIONES DE GASES DE EFECTO INVERNADERO EN RUMIANTES
El sector de los rumiantes cuenta con una serie de particularidades con relación a las características de las explotaciones y fisiología de los animales que, aunque si bien nos permite una amplia diversidad en composición de raciones y manejo de alimentación, hace mucho más complicado cuantificar y generalizar el impacto ambiental de las granjas en base a estimaciones, así como valorar la eficacia de las medidas preventivas o correctivas implantadas, especialmente las referentes a alimentación.
Además, los rumiantes son especialmente sensibles a los efectos que el cambio climático puede tener sobre nuestra producción ganadera, especialmente en cuanto a la disponibilidad y calidad de forrajes y fuentes proteicas, y el impacto de condiciones climáticas adversas como la sequía y el estrés térmico.
Según la edición de 2023 del Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero, las emisiones brutas de gases de efecto invernadero (GEI) a nivel nacional fueron estimadas para el año 2021 en 288,8 millones de toneladas de CO₂-eq.
Nuestro sector, el de la ganadería en conjunto con el de la agricultura, estaría en el tercer lugar con una aportación de 11,9% del total de esa estimación, y por detrás del que continúa siendo el principal generador, el transporte, con un 29,6%, y las actividades industriales con un 22,4%.
Este mismo inventario también nos informa que diferenciando por los diferentes gases considerados GEI, el CO₂ supone un 79,7% de las emisiones totales de GEI, seguido del metano (14,4 %). Por su parte, las absorciones derivadas de las actividades de usos del suelo, cambios de uso del suelo y silvicultura (LULUCF, por sus siglas en inglés) se estimaron para el año 2021 en -44,5 millones de toneladas de CO₂-eq. Estas absorciones suponen un 15,4% de las emisiones brutas totales nacionales, con un aumento interanual 2020-2021.
El impacto ambiental de la ganadería se debe mayoritariamente a la gestión de estiércoles y purines y a la fermentación entérica de los rumiantes, siendo responsables entre ambas de un 80% del total de emisiones de la agricultura, con un 30% y un 50% respectivamente a lo largo de los últimos años.
En las estimaciones de fermentación entérica de los rumiantes, el vacuno no lechero (cebo y otros) supone alrededor del 50%, el ovino el 20% y el bovino de leche el 16%.
En el cálculo total del impacto ambiental de la ganadería, además de la fermentación entérica intervienen otros elementos, como el impacto ambiental de la producción de piensos, teniendo en cuenta su composición, necesidades energéticas para fabricación y transporte hasta granja y uso eficiente del mismo. En este sentido, aunque existen varias metodologías de cálculo, la Comisión Europea recomienda utilizar la Product Environmental Footprint Category Rules (PEFCRs) para alimentación animal.
El acceso a datos fiables del impacto ambiental de los ingredientes que formarán parte de los piensos es un elemento crítico en el cálculo de la huella ambiental.
En este sentido, el Global Feed LCA Institute (GFLI) es un centro independiente de la industria alimentaria y de la nutrición animal cuyo objetivo es desarrollar una base de datos de análisis del ciclo de vida (LCA) disponible pública y gratuitamente para respaldar una evaluación ambiental precisa de los productos de alimentación animal y estimular la mejora continua del medio ambiente, de los sectores ganaderos y de alimentación animal y donde se incluyen asociaciones como AFIA (American Feed Industry Association), ANAC (Animal Nutrition Association of Canada), FEFAC (European Feed Manufactures Federation), IFIF (International Feed Industry Federation) entre otras.
Recientemente, en el mes de septiembre, la FEFAC, nuestro organismo europeo de representación de los fabricantes de alimento para animales preguntó a sus miembros a través de un cuestionario cuáles son los desafíos medioambientales, de salud y bienestar animal en los que las estrategias avanzadas de alimentación animal pueden desempeñar un papel de importancia.
El punto de presión adicional, específico de cada especie, que hoy enfrentan los rumiantes es la reducción de las emisiones de metano, lo que tiene un impacto en el cambio climático. Si bien las emisiones de metano son parte de un ciclo biogénico, existen estrategias de alimentación que pueden ayudar a reducirlas y así disminuir las emisiones de GEI relacionadas con la ganadería.
A esta cuestión, Cargill ha presentado uno de sus desarrollos nutricionales tecnológicos, Silvair® como fuente de nitrato de calcio (presente en el catálogo de materias primas para piensos de la UE) para su uso tanto en animales de cebo como en aquellos de producción láctea, recogida en el reconocimiento de esta publicación de la FEFAC.
Silvair® actúa captando el hidrógeno producido por el rumen durante la fermentación de los alimentos.
La captura de ese hidrógeno evita su combinación con el carbono evitando así la producción de metano.
Asimismo, la sal de nitrato contenida en Silvair® se une a otra parte de ese hidrógeno producido en la fermentación dando lugar a amoníaco que los microorganismos del rumen pueden utilizar para su crecimiento y consiguiente síntesis de proteína.
Su uso en las dietas de los rumiantes ayuda a conseguir hasta un 10% en las reducciones de excreción de metano en nuestros animales. Datos estos corroborados por más de 25 publicaciones y metaanálisis revisados por pares, con el aliciente de la evaluación positiva por parte de las autoridades correspondientes en países como Bélgica, Países Bajos y Dinamarca.
Una de las ventajas a nivel nutricional de Silvair® es la posibilidad de reemplazar parte del nitrógeno y del calcio de la dieta, pudiendo así compensar el sobrecoste de su inclusión, gracias a su función como fuente de calcio y nitrógeno. Del mismo modo, la eliminación del hidrógeno libre en el rumen cumple con una función buffer, positiva para la salud ruminal.
MEDIDAS PARA REDUCCIÓN DE EMISIONES E IMPACTO AMBIENTAL
Si bien el sector ganadero es un contribuyente de emisiones de estos gases de efecto invernadero, también está trabajando para contribuir de forma significativa a la reducción del impacto que pueda tener en el cambio climático, incluso mucho antes de que fuera una exigencia normativa.
Algunos de los proyectos internacionales más relevantes que se han dedicado a evaluar el impacto ambiental de la ganadería, así como a valorar el interés y eficacia de las medidas destinadas a la reducción de emisiones, son:
Para reducir el impacto de la ganadería, uno de los conceptos que debemos empezar a comprender y utilizar es el de Mejor Técnica Disponible y tener en cuenta que otro aspecto relevante a la hora de evaluar el impacto ambiental es el uso de determinadas materias primas si su origen y sistema de producción está asociado a la deforestación.
En este sentido, ya se ha publicado el Reglamento (UE) 2023/1115 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 31 de mayo de 2023, relativo a la comercialización en el mercado de la Unión y a la exportación desde la Unión de determinadas materias primas y productos asociados a la deforestación y la degradación forestal, que tiene como objetivo normas relativas a la introducción y comercialización en el mercado de la Unión, así como a la exportación desde la Unión, de materias primas como soja y palma aceitera y sus derivados.
En las circunstancias actuales, es necesario ofrecer soluciones y líneas de actuación para que los ganaderos puedan atender las necesidades normativas que cada país impone para reducir el impacto ambiental de la ganadería y las emisiones de metano, sin que se vea afectado negativamente en el rendimiento técnico ni económico de actividad.
Juan Alcázar, Daniel Fernández, Sandra Olivera
Departamento Técnico y Comercial
Cargill Nutrición Animal, Mequinenza – España
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