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Todos los ganaderos deben estar totalmente comprometidos con la producción de alimentos seguros. Tienen el deber y la responsabilidad de salvaguardar la salud y el bienestar de los animales de su granja, y deben gestionarla para reducir el riesgo de aparición de enfermedades y, por tanto, la necesidad de utilizar antibióticos y otros medicamentos.
Los ganaderos deben elaborar, aplicar y revisar periódicamente un plan de salud del rebaño adecuado que describa los tratamientos preventivos de rutina (por ejemplo, programas de bioseguridad, vacunación y desparasitación, etc.) y la política de control de enfermedades, en coordinación con el veterinario que los trate.
También hay que tener en cuenta:
El uso de antibióticos no debe ser un apoyo para la prevención de enfermedades. Cuando sean precisos, deben considerarse como un tratamiento veterinario admisible siempre que complemente la buena gestión, la buena nutrición, vacunación, la bioseguridad y la higiene de las explotaciones.
El tratamiento con un medicamento que requiere prescripción veterinaria solo debe iniciarse con la aprobación formal del veterinario.
Hay que dar información precisa al veterinario que lo atiende para poder hacer el diagnóstico correcto, elegir la medicación y calcular la dosis.
Los ganaderos recibirán del veterinario instrucciones claras respecto al diagnóstico, la medicación, la dosis y a la administración. Hay que asegurarse de que todas las personas que trabajan en el cuidado de los animales tengan acceso a ellas.
El veterinario responsable debe estar al tanto de los otros medicamentos que se administran al animal(es) en cuestión, a fin de evitar reacciones adversas.
Los ganaderos deben colaborar con el veterinario para tomar las muestras oportunas para realizar pruebas que permitan elegir el antibiótico adecuado para tratar a los animales. El veterinario responsable elegirá el antibiótico adecuado basándose en estas pruebas de laboratorio y en la práctica en la granja.
Todas las ganaderías deben disponer de un corral hospitalario para aislar al ganado enfermo, que debe mantenerse en grupos diferentes si no tiene la misma enfermedad. Esto permite tratar fácilmente a los animales enfermos y evitar la propagación de la misma.
No se deben tomar prestados los medicamentos ni mover los productos entre explotaciones. Todos los antibióticos que se recetan son específicos para el lugar y la población para los que se prescriben.
Los antibióticos no se pueden obtener de forma ilegal.
Los medicamentos no se deben mezclar
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