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Los ganaderos se quejan de la dificultad de cobrar las indemnizaciones y los agentes rurales recuerdan que los dueños son responsables de controlar a sus perros
El análisis de ADN ha permitido identificar por primera vez a un perro doméstico como el causante de la muerte de un centenar de ovejas de un corral de Tagamanent, en el Vallès Oriental.
El caso se remonta al pasado junio, cuando un ganadero de Tagamanent se encontró la mitad de su rebaño de ovejas muertas dentro del corral donde dormían. Las cien ovejas estaban preñadas. Desolado, el ganadero avisó a los agentes rurales, que encontraron pelos en la valla del corral, convencidos de que eran de perro, como explica el agente rural Gabriel Lampreave.
«Un perro puede saltar el cercado siguiendo su instinto, morder a una oveja y ellas asustadas huyen en estampida. Se aplastan unas a otras y mueren ahogadas.»
Varios testigos habían visto rondar a tres perros de una casa cercana a la granja. Los rurales les tomaron muestras de que el laboratorio de la facultad de Veterinaria de la UAB ha comparado con los pelos hallados en la granja del ganadero. Y bingo. Una de las muestras coincidió.
Rara vez se puede probar científicamente, lo que deja muy desprotegidos a los ganaderos. Y aunque la propietaria del perro tenía seguro, tal y como obliga la ley, recibirá una sanción. Ahora empieza una batalla entre aseguradoras que puede acabar en juicio.
«Deberíamos estar satisfechos de haber identificado con ADN al perro causante del ataque al Montseny. Pero no. Porque quisiéramos que estos casos no se produjeran porque puede significar la ruina de un ganadero», dice Lampreave.
Dificultad por cobrar las indemnizaciones
Esto le ocurrió a Joan Colillas, de una explotación de Lladurs, en el Solsonès, hace cinco años. Tenía las 257 ovejas cerradas de noche en el corral. Al día siguiente se las halló todas muertas y los dos perros causantes del ataque también atrapados dentro del corral.
«Las pruebas eran evidentes, resulta que los perros eran de la perrera municipal de Solsona. La denuncia era contra la entidad que la gestionaba, que se declaró insolvente. Resultado: no cobro indemnización y encima tengo que pagar costas judiciales y el mío abogado: 20.000 euros. No sirvió de nada.»
Joan Colillas perdió a más de 250 ovejas el año pasado por el ataque de un perro doméstico (CCMA)
Es decir, es difícil identificar qué animal ha provocado el ataque y más aún ser reparado cuando lo identifican, según explica Jaume Torralba, jefe de área central de los Agentes Rurales:
«En todos los casos hablamos de perros que tienen propietario, no son salvajes. Y lo que dice la normativa es que deben tener seguro y que no se les puede dejar desatados de noche, como hace mucha gente pensando que así les protegerán de posibles ladrones.»
De hecho, esto puede suponer una sanción de 3.000 euros. Pero el daño ya está hecho. Según Gabriel Lampreave, los perros siguen una conducta instintiva, inesperada para los propietarios, que no puede controlarse. «Es como un muelle que se dispara. Notan el olor del rebaño y van. Es inevitable».
Por tanto, son los dueños de los perros, los que deben tener el control. Cada año se notifican cinco ataques de perros que no son salvajes y tienen propietario.
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