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AUTOR

Adrián Rubio

Instituto de Ciencia y Tecnología Animal, Universitat Politécnica de Valencia

Alessandro Sanna

Instituto de Ciencia y Tecnología, Universitat Politécnica de Valencia

Carlos Fernández

Instituto de Ciencia y Tecnología Animal, Universitat Politécnica de Valencia

El cambio climático causado por la actividad humana es uno de los grandes problemas en nuestra sociedad actual.

Aunque se ha demostrado que la agricultura o ganadería no emiten más dióxido de carbono (CO2) que el transporte o cualquier otra industria (energía, textil, refinerías, etc.) que depende de los combustibles fósiles (Mitloehner, 2019; Yáñez, 2020), cuantificar las emisiones por parte de la ganadería es una tarea que debemos realizar.

Dentro de la ganadería, el ganado rumiante es el que más emisiones de metano (CH4 ) produce. La mayor parte de los estudios de emisiones de gases en la ganadería los encontramos en el ganado vacuno, pero existe menos información sobre pequeños rumiantes.

El presente trabajo determina, en un marco teórico, la huella de carbono (expresada en CO2 equivalentes) generada por una granja de caprino lechero en un sistema de manejo intensivo.

Son multitud de factores, dentro de una explotación ganadera, los que nos pueden hacer variar las emisiones de gases efecto invernadero; ya sean emisiones directas en forma de CH4 entérico por los animales o bien las derivadas del manejo de la explotación (electricidad, combustible, cama, alimentación, etc.) que generalmente se expresan en CO2 equivalentes.

En este escenario concreto, se ha considerado un modelo de explotación tipo y el único factor de variación que hemos tenido en cuenta ha sido la alimentación.

La alimentación es una de las vías de reducción de las emisiones de CH 4 en rumiantes; la ingestión de materia seca, la digestibilidad, el empleo de forrajes y concentrados, así como el empleo de aceites y aditivos son determinantes en la reducción de estas emisiones (Knapp et al, 2014).

Por lo tanto, se ha determinado la huella de carbono generada al cambiar la ración manteniendo el resto de variables constantes. Es decir, en un modelo de explotación que describiremos más adelante, vamos a alimentar a los animales con una ración mixta basada en alfalfa y un pienso comercial y, las determinaciones de CH 4 las calcularemos teóricamente siguiendo el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) del 2006, pero utilizando la actualización del 2019 (en adelante lo llamaremos IPCC 2019).

También utilizaremos los valores reales de un ensayo realizado por Romero et al. (2020) incluido en el proyecto LOWCARBON FEED (LIFE16/CCM/ ES/000088), en el que, con un mismo forraje, se cambiaba el concentrado pasando de una alimentación con materias primas tradicionales, a otra basada en subproductos agrícolas (paja de arroz y hojas de limonero), es decir, cambiando el pienso compuesto y utilizando siempre alfalfa como forraje.

En este trabajo se cuantificó directamente in vivo las emisiones de CH4 y que denominaremos valores reales a lo largo del documento.

A continuación, describimos cómo se ha creado un modelo teórico de granja de caprino lechero con datos obtenidos en diferentes fuentes bibliográficas.

Aunque hay una tendencia hacia los sistemas de explotación semi-extensivos (Mena, 2007), actualmente el sistema intensivo sigue siendo predominante en las explotaciones caprinas, por lo que el modelo que vamos a estudiar está basado en una explotación intensiva.

El rebaño teórico utilizado en la explotación cuenta con cabras de raza Murciano-Granadina. Según Daza (2004) y Magdalena et al. (2009), el tamaño medio de un rebaño de cabras lecheras en sistemas intensivos estabulados es de 200 cabras y las producciones medias de leche de alrededor de 600 kg por lactación estandarizada a 210 días.

A partir del número de cabras indicado, se ha elaborado la composición del rebaño utilizando los indicadores productivos de la raza Murciano-Granadina (Tabla 1).

También se han tenido en cuenta diferentes periodos en el ciclo productivo de las cabras presentes en la explotación con el objetivo de diferenciar diferentes tipos de alimentación.

  • PERIODO PRODUCTIVO

En la categoría de animales en periodo productivo, se han incluido las hembras que han quedado gestantes tras la inseminación y las hembras durante la fase de lactación.

La fase de gestación tiene una duración de 5 meses y la fase de lactación llega hasta los 7-8 meses. Durante estos periodos las necesidades nutritivas de las cabras son altas, por lo que la cantidad de concentrado y forraje consumida por los animales se ha considerado similar.

  • PERIODO IMPRODUCTIVO

Al finalizar el periodo de lactación, en general, las hembras pasan por un periodo de transición de 1 mes con el fin de recuperar la fisiología de la glándula mamaria tras el desgate en el periodo productivo.

Como animales en periodo improductivo se han incluido las hembras que, tras la inseminación, no han quedado gestantes y los machos presentes en la explotación.

Es un periodo importante de recuperación fisiológica para afrontar el siguiente ciclo, pero desde el punto de vista práctico, se deben cubrir las necesidades de mantenimiento, y consideramos que una alimentación basada en forraje de calidad es suficiente para cubrirlas.

  • PERIODO DE CRECIMIENTO

Tras el parto, los cabritos se alimentan del calostro los primeros días y posteriormente con lacto-reemplazante hasta alcanzar los 31 días de edad, momento en el que se produce el destete de los cabritos, que son vendidos a cebaderos o conservados como hembras o machos de reemplazo de los adultos que han alcanzado el fin de su vida productiva o han sido baja durante el periodo productivo.

Los cabritos que se conservan para reposición son alimentados con una ración que cubre las necesidades de crecimiento hasta los 6-7 meses de edad, para ello son alimentados con forraje y concentrado.

Un resumen del tipo de rebaño y su alimentación se muestra en la Tabla 2.

INPUTS

La huella de carbono se genera debido al funcionamiento de la explotación ganadera.





 
 

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Revista rumiNews Septiembre 2024

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