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AUTOR

Enrique Fraile Pernaute

Técnico de rumiantes, Adisseo

Nos encontramos en un momento delicado en el mercado de materias primas, con una subida constante de precios que no sabemos cuándo va a remitir o estabilizarse.

Más allá de intentar entender la complejidad del mercado, debemos aplicar soluciones que nos permitan continuar, de la mejor manera posible, con la actividad de las explotaciones lecheras.

Incidir sobre aspectos de la alimentación es una de las formas más directas de hacerlo.

La proteína y la energía son los dos gastos nutricionales más importantes (actualmente los precios de estos nutrientes están descontrolados).

Como los alimentos que aportamos a las vacas son fermentados en el rumen para conseguir los nutrientes necesarios para la producción, lo primero que debemos conseguir es maximizar esta fermentación.

Centrándonos en las proteínas, debemos recordar que están formadas por aminoácidos y son las moléculas que realmente utilizan los animales.

Dentro de los aminoácidos hay uno que es el más limitante para la producción: la metionina, y sus necesidades son bien conocidas.

Su deficiencia afecta negativamente a la eficiencia productiva. La proteína microbiana, producida en el rumen, es la que tiene el mejor perfil de aminoácidos pero, en muchas ocasiones, la cantidad de esta que llega al intestino no es suficiente para cubrir las necesidades, por lo que resulta necesario suplementar.

Tradicionalmente, se han intentado compensar estas necesidades de aminoácidos con elevadas cantidades de alimentos proteicos en la ración, como la soja, pero de esta manera el aporte de aminoácidos no es equilibrado y habrá un exceso que no podrá ser utilizado porque no se cubren las necesidades de los limitantes, y serán excretados con un gasto energético que se suma al “desperdicio” proteico.

Para solucionar este déficit, existe en el mercado metionina protegida de la fermentación ruminal.

La incorporación de este aminoácido protegido en la dieta no sólo nos ayuda a mejorar la producción de los animales, aumentando la rentabilidad de la explotación, si no que también nos permite reducir los costes de alimentación.

Trabajaremos con aminoácidos digestibles, estrategia más que contrastada en vacuno lechero, optimizando la ración ajustando los niveles de metionina digestible a las necesidades productivas de los animales.

De esta forma conseguiremos:

  • Reducir la cantidad de alimentos proteicos que incorporamos en la ración (de precio elevado)
  • Aumentar la eficiencia del nitrógeno utilizado en nuestras dietas (N producido en leche/ Nitrógeno ingerido)
  • Reducir la contaminación, ya que se emite menos nitrógeno al medio ambiente

Para poder trabajar de esta manera, lo primero que necesitamos es conocer las necesidades de metionina digestible establecidas para la producción lechera, que dependerán principalmente de:

  • Litros producidos
  • Calidad de la leche
  • Características de los animales con los que trabajamos
  • Momento de la lactación
En función de los distintos modelos con los que trabajemos las recomendaciones son: MetDi 2,2-2,5 % PDI; 1-1,2 g/Mcal EM; 2,18-2,55% PM.

Una vez establecidas cuáles son estas necesidades debemos tener un programa de racionamiento que nos permita trabajar con estos requerimientos, con las matrices de materias primas correctas.

A partir de aquí, debemos cubrir las restricciones nutricionales que hemos marcado de la forma más económica posible, siempre teniendo en cuenta la idea principal, cuidar el rumen para maximizar su producción.

Dado que el aporte de aminoácidos digestibles que conseguimos con los distintos alimentos no es igual, cuanto mayor sea el abanico de materias primas disponibles para utilizar en la dieta, mayor será la optimización. Por supuesto, la utilización de aminoácidos protegidos en el rumen como materia prima es esencial.

Estos son algunos ejemplos de optimización económica de la ración, expresados en Materia Seca (MS), con precios de octubre 2021:

Ración inicial para 39,5 litros de leche: 8,8 kg de silo de maíz, 4,3 kg de silo de ray-grass, 3 de bagazo de cerveza y 10,2 kg de pienso. El coste de la ración es de 6,94 €.

Si realizamos una optimización según las recomendaciones de aminoácidos, dejando los ensilados y el bagazo de cerveza fijo y trabajando sólo sobre el pienso, podemos rehacer este de manera que, con las mismas cantidades, consigamos un ahorro de 5 €/tonelada de pienso (8,8 kg de silo de maíz, 4,3 kg de silo de ray-grass, 3 de bagazo de cerveza y 10,35 kg de pienso*).

En cambio, trabajando tanto sobre ensilados y bagazo como sobre el pienso, podemos conseguir un ahorro de 9 céntimos de € por ración; en una explotación de 100 vacas en ordeño son 9 €/día de ahorro en coste de alimentación (9,68 kg de silo de maíz, 3,3 kg de silo de ray-grass, 3,63 de bagazo de cerveza y 10 kg de pienso*).

La conclusión final es que racionar equilibrando los niveles de aminoácidos digestibles de la ración nos proporciona una reducción del coste de alimentación; como es lógico, el ahorro alcanzado dependerá de las materias primas disponibles y de su coste.

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