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AUTOR

Aníbal Fernández Mayer

Nutricionista EEA INTA Bordenave (CERBAS) MSc y Doctor en Cs Veterinarias

El uso de las grasas en la dieta de los rumiantes no siempre se maneja adecuadamente, y es frecuente que no se produzcan los resultados productivos esperados debido a un consumo elevado o a un uso inapropiado de la fuente rica en ácidos grasos (AG).

Cuando la ración contiene un exceso de grasa, especialmente de ácidos grasos insaturados, repercute negativamente sobre el crecimiento de las bacterias del rumen, viéndose más afectadas las bacterias celulolíticas que las amilolíticas. 

De todos los ácidos grasos insaturados evaluados, el ácido oleico (C18:1) es el de mayor efecto inhibidor.

Cuando un alimento entra en el rumen y se “empapa” en aceite o grasas se producen los siguientes efectos:

  • Menor degradabilidad de la fibra del alimento
  • Menor consumo voluntario de alimento
  • Puede originar trastornos digestivos (diarrea)

No se recomienda que la concentración total de grasas (extracto etéreo) supere el 5-6% en la dieta total de un rumiante, independientemente de su aptitud.

Hidrogenación de un AG insaturado y Grasas protegidas

Los AG insaturados tienen un mayor efecto negativo sobre los microorganismos que los saturados, sin embargo, a nivel intestinal tienen una mayor digestibilidad.

Por lo tanto, a medida que se incrementa el grado de saturación de una grasa (mediante biohidrogenación en el rumen u otra vía de hidrogenación externa) disminuyen los efectos negativos sobre la fermentación ruminal, pero también se reduce la digestibilidad intestinal de dichos ácidos grasos.

En cuanto a las grasas protegidas, una de sus principales características es que permanecen inertes en el rumen, sin afectar a los microorganismos, mientras que a nivel intestinal son totalmente digeridas.

Las grasas protegidas son un medio para incrementar el consumo diario de grasa en el ganado rumiante sin que se vea afectado su metabolismo.

Actualmente, existen dos tipos de grasas protegidas:

  • Sales cálcicas de ácidos grasos o jabones cálcicos: ampliamente utilizadas como fuente de grasa protegida en el rumen debido a su muy baja disociación a pH < 6.0, y su satisfactoria estabilidad a pH 5.5.

Sin embargo, en el abomaso el pH disminuye unos 2-2.5 puntos, por lo que se produce la disociación, dando lugar a calcio y a los AG libres correspondientes que son digeridos en el intestino delgado (Mateos et al, 1996).

La mayoría de los jabones cálcicos disponibles se fabrican a partir de los AG destilados de la palma, cuyo perfil es apropiado para los rumiantes (punto de fusión entre 38-39ºC, próximo a la temperatura corporal del animal y, además, de alta digestibilidad).




 
 

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