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15 Abr 2024

El esquileo ya no se compensa con la venta de la lana

El mercado mundial de la lana está totalmente paralizado, y en algunos casos aguarda en las explotaciones y almacenes la esquila de varias campañas


España produjo en el año 2020 más de 23.000 toneladas de lana sucia. En dicho año, el valor de la lana exportada fue de 18,3 millones de dólares, de los cuales 11 millones vinieron de manos de los chinos. Sobre estos datos tuvo un gran impacto la pandemia: en 2019 España exportó lana por valor de 36,4 millones de dólares, y en 2018 más aún, hasta los 48,4 millones. En ambos años, más del 70% de las ventas fueron a parar a China. Otros compradores relevantes para España son Marruecos, Portugal, Reino Unido, Países Bajos, Lituania y Uruguay.

China, pese a ser el segundo productor mundial, vende una ínfima parte de la lana que produce, y no solo eso, sino que compra a otros países. Es el país que más lana importa, nada menos que el 66% de toda la lana que sale al mercado internacional. Debido a esto, cambios en su política mercantil y aduanera, cierres de puertos, confinamientos de la población o paradas en la producción tienen un gran impacto en los precios de la lana en todo el mundo, hasta el punto que algunos países no pueden dar salida a su producción. Esto ha ocurrido recientemente en Sudáfrica, donde China impuso un bloqueo sobre las exportaciones debido a un brote de fiebre aftosa. Este bloqueo duró de abril a agosto de 2022, y, para un país que vende más del 70% de su lana a China, ha supuesto un duro golpe.

La India, Italia y República Checa son los siguientes países que más lana extranjera compran, en cantidades mucho menores si las comparamos con las que adquiere el gigante chino, y su influencia sobre los precios es lógicamente menor. De ellos, Italia es el principal representante de la industria de la moda, y son los italianos los que suelen adquirir las lanas de mayor finura para elaborar sus prendas de lujo.

España es un país esencialmente exportador, en parte gracias a sus precios tan bajos. Aun así, ciertas industrias, sobre todo del mundo de las prendas de vestir, se ven obligadas a recurrir a la importación cuando necesitan lanas de gran finura que no se producen en nuestro país. Los Merinos españoles se han seleccionado en las últimas décadas por producción cárnica, a diferencia de los australianos, que se especializaron en la producción de lanas extrafinas, por lo que las fibras de la Merina española raramente son de un grosor inferior a las 22 micras, y no son las indicadas para fabricar prendas de vestir con los estándares actuales

Los ganaderos deben pelar su rebaño por higiene y salud de los animales, pero desde la pandemia el precio de la lana está devaluado porque hay demasiado estocaje en los almacenes. La temporada de esquila concluye con los ganaderos sin poder cubrir costes e incluso perdiendo dinero. Desde 2020, con la pandemia del coronavirus, el exceso de ‘stock’ mantiene los precios «por los suelos»

El precio del kilo de la lana llegó a alcanzar el euro justo antes de la pandemia, una cantidad que a los ganaderos de ovino les permitía compensar el coste del esquileo, pero la pandemia dio al traste con estas cifras y ahora apenas se vende a un céntimo.

«Está regalada porque los almacenistas tienen mucho estocaje desde el coronavirus y no pueden darle salida porque no hay demanda, y menos aún desde que China ha paralizado las importaciones por los focos de viruela ovina de Castilla-La Mancha y Andalucía», señalan.

Por cada oveja, dos kilos de lana, a un céntimo el kilo, dos céntimos por animal. Complicado con estos precios compensar el gasto por animal de 1,25 euros.

«Antes con la venta de lana se sacaba el jornal y era un buen negocio, luego solo para salvar los gastos del esquileo y ahora ni eso». De hecho, antes del coronavirus se llegó a pagar casi un euro el kilo por la lana ‘normal’, y la merina, que es la más valorada, superó incluso los dos euros el kilo. «Se hace por el bien de los animales, porque lo necesitan, dado que por la lana no se obtiene nada; al contrario, es un coste que tenemos que asumir». Nada que ver con hace 30 años, cuando llevaba el ganado su abuelo. «Entonces sí podían sacar para pagar el esquileo e incluso algo más».

Un oficio que antes era rentable, arrancaban en abril y no paraban hasta principios de julio. Rentable tanto para el esquilador como para el ganadero, dado el valor de la lana, sobre todo de la raza merina. 

«Y menos aún desde el coronavirus. Hace cinco años se llegó a pagar la lana merina a dos euros. Hoy, como mucho, a 30 céntimos. No da ni para pagar al esquilador», aclara un ganadero.

En la actualidad, los ganaderos hacen el trámite por higiene de los animales, de modo que contratan a cuadrillas que van a destajo. «El oficio en este país está desapareciendo». Hay empresas que se encargan de traer temporales de otros países, sobre todo de América del Sur, que van recorriendo todo el país. Las zonas más tempranas, por Extremadura. Y de ahí se trasladan a otras comunidades y provincias.




 
 

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